Córdoba, cuna de gestas históricas y vanguardia de la lucha social argentina, se encuentra hoy ante un imperativo ineludible: forjar su propio Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) para levantar un dique de contención contra la avanzada de la reforma laboral y las políticas abiertamente antiobreras del gobierno nacional y sus cómplices políticos.
La historia nos ha dejado un precedente y una lección: la organización autónoma y combativa es la única garantía de la defensa de los derechos de la clase trabajadora.
Un contexto que exige organización y firmeza
Recordemos que, en la oscura década de los años 90, bajo el embate neoliberal del menemismo, dirigentes sindicales con visión y coraje como Hugo Moyano entendieron que la Confederación General del Trabajo (CGT) oficialista se había rendido o había sido cooptada.
La respuesta a esa orfandad de representación fue la creación del MTA, un espacio para dar batalla a las privatizaciones, la flexibilización y el desguace del Estado de bienestar.
Hoy, la situación se reproduce con una gravedad alarmante.
La CGT, en su actual conformación, ha demostrado ser un cuerpo inerte e ineficaz que, en el mejor de los casos, reacciona con tibieza y, en el peor, parece convalidar por omisión el despojo de los derechos conquistados. Simplemente, no representa la urgencia y la indignación de millones de trabajadores y trabajadoras que ven peligrar su sustento y su dignidad.
Córdoba debe recuperar su tradición de lucha
Córdoba, con su potente entramado industrial, su tradición de lucha universitaria y su emblemático Cordobazo, debe tomar la posta.
No podemos ni debemos resignar ni uno solo de los derechos laborales: la indemnización, las vacaciones pagas, el aguinaldo, la negociación colectiva. Estos no son privilegios; son pilares de una vida digna.
Es hora de que los sindicatos cordobeses, las bases, los cuerpos de delegados y las organizaciones sociales se sienten a diseñar un plan de lucha contundente, con un principio definido (la conformación del MTA cordobés) y un final claro (la anulación de las políticas regresivas).
Este plan debe ser audaz, coordinado y enfocado en la protección integral de cada trabajadora y trabajador argentino.
El futuro de los derechos laborales no se negocia; se defiende en la calle y con la unidad de la clase obrera organizada.