Desde hace décadas, el pueblo argentino viene sufriendo un proceso de empobrecimiento general en su población, llevando “a una suerte de clase media en vías de extinción”, para pasar a tener un país con solo dos clases: los ricos y los pobres.

El problema es la inflación.

Han pasado en el poder, gobiernos de distinto signo político y partidario, pero si existe una temática en la que todos ellos se han caracterizado por no saber o no querer resolver, es la inflación.

Hemos llegado a tener inflación interanual de cerca de 55%.

Esto claramente licua y destruye el poder adquisitivo de la clase trabajadora, de los jubilados y de los sectores más vulnerables.

Los trabajadores si bien tienen paritarias, las mismas nunca igualan o superan a la inflación del año en curso. En este último tiempo, el movimiento obrero nacional ha abandonado una importante herramienta que tenía a la hora de discutir salario.  Hablamos de la cláusula gatillo.

La misma, permitía que cuando había subas inflacionarias de forma automática se actualizaban los salarios. Pero se ha introducido en la discusión paritaria, una herramienta más favorable a la patronal que a quienes trabajan y hablamos de la cláusula de revisión.  La misma implica, que ante escalada inflacionaria, las partes se deban sentar a negociar cuánto se pueden aumentar los salarios.  

Sin nos ponemos a detener y calculamos lo que hemos perdido de salario en los últimos años, nos escandalizaríamos. Es tremendo y hasta ahora, no se ven cambios que detengan este proceso de empobrecimiento de las trabajadoras y trabajadores argentinos.

Qué decir de los jubilados. Con un ingreso de la mínima nacional cercano a los treinta mil ($30.000) que los ubica en plena indigencia, cuando la canasta básica de cualquier jubilado no es menor de ochenta mil (80.000) pesos, es inaceptable.

¿Cómo hacen para comer, para pagar los servicios, los medicamentos, para trasladarse, para recreación, con la miseria que se les paga? Solo pueden palear esta situación de abandono estatal, aquellos que cuentan con la ayuda de los hijos o de otros integrantes de la familia, para subsistir.

Y si nos referimos a los sectores más vulnerables, es realmente muy preocupante cómo están. Familias que no logran a través de planes sociales (y no a través de trabajo digno y registrado como debiera el Estado garantizar), cubrir las necesidades mínimas para el núcleo familiar.

La política partidaria, los han convertido en pobres estructurales a lo largo de los años, sin brindarles un futuro mejor para los abuelos, los padres y los niños.

Lo que se ha anulado por la política partidaria nacional entre otras cosas, por no poder o no querer bajar la inflación (como por el que actualmente está gobernando), es el derecho a la movilidad social ascendente.

Lo que por el contrario están implementando con una inflación estructural de dos dígitos y elevada, es una movilidad social descendente.

Días atrás me preguntaban desde un medio de prensa cordobés, si el gobierno nacional y otros gobiernos que pasaron son o si fueron peronistas (debido a que vengo de familia peronista y con orgullo lo digo).

Le respondí al periodista, que mi padre me enseñó que el peronismo se hace desde que uno se levanta y hasta que uno se acuesta.

El peronismo se hace con acciones concretas y no desde lo discursivo, para hacer maquilladas declaraciones públicas.

Le respondí: analicemos la situación de la clase trabajadora, analicemos la situación de los jubilados, analicemos la situación de los sectores más vulnerables.

Concluí mi respuesta, preguntándole al periodista si para él estamos ante un gobierno peronista, por todo lo que le dije.

Creo que él mismo, terminó respondiendo su propia pregunta.

Si un gobierno dice ser peronista, su plan económico, sus medidas de gobierno, y su gestión debe basarse en la doctrina justicialista.

Si se aparta de la misma, o incluso sin termina hasta yendo en contra de su propia doctrina, claramente no estamos frente a un gobierno peronista.

Preguntemos a quienes sí vivieron en el gobierno de Perón, como era la vida de quienes trabajaban y de quienes estaban jubilados.

Perón siempre apostó al trabajo y nunca a planes sociales.

Solo el trabajo dignifica.

Pero hasta el día de hoy, el principal problema que tiene nuestra Nación y que no se ha resuelto, es la inflación.

Ojalá surja en algún momento un verdadero gobierno peronista argentino, que no solo resuelva la altísima inflación que tenemos, sino que le devuelva a la clase obrera, a los jubilados y a los sectores más vulnerables, la dignidad y fundamentalmente que recupere algo que se perdió desde que Perón no se encuentra más entre nosotros. Me refiero a recuperar la justicia social justicialista.