Cerró la fábrica de sábanas Casablanca: sin cobrar desde agosto, las trabajadoras despedidas venden la ropa de cama en la calle para poder subsistir

La empresa Blanco Nieve, fabricante de la marca Casablanca y titular de las licencias oficiales de River, Boca, Racing, San Lorenzo e Independiente, cerró su planta en Río Grande dejando a 35 trabajadoras en la calle. Se organizaron para vender las sábanas que ellas mismas producían y así poder sobrevivir.

Jueves, 06 de noviembre de 2025 15:01

Con más de 40 años de trayectoria, Blanco Nieve fue una de las principales empresas textiles de Tierra del Fuego. Fabricaba ropa de cama, acolchados, cubrecamas, almohadas y mantas, además de toallas, batas y cortinas de baño.

También era titular de licencias de reconocidos diseñadores como Agatha Ruiz de la Prada y Benito Fernández, y contaba con los derechos para producir sábanas oficiales de los clubes más importantes del fútbol argentino: River, Boca, Racing, San Lorenzo, Independiente, Estudiantes, Gimnasia, Rosario Central, Newell’s y Belgrano, entre otros.

Meses sin cobrar y promesas incumplidas

El conflicto comenzó en agosto, cuando la empresa dejó de pagar los sueldos. “El 2 de septiembre, el dueño Diego Russo llegó de Buenos Aires para decirnos que nos iba a pagar el mes de agosto en cuatro cuotas, y si no aceptábamos despedía a la mitad del personal o pedía el Preventivo de Crisis. En asamblea aceptamos, pero no cumplió. Solo hizo pagos mínimos y el 11 de septiembre fue la última vez que entregó una parte del sueldo”, explicó Marcela Cárdenas, delegada de Blanco Nieve y secretaria gremial del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA).

Vender para cobrar el propio sueldo

Ante la falta de respuesta y con la mediación del Ministerio de Trabajo provincial, las trabajadoras comenzaron a vender directamente las sábanas que producían para poder cobrar.

“La situación era desesperante. No podemos naturalizar que los trabajadores tengan que vender lo que producen para pagarse sus salarios. Esta no es una relación laboral normal”, remarcó Cárdenas.

La iniciativa tuvo una gran respuesta de la comunidad. Los vecinos de Río Grande se acercaron a la fábrica para comprar productos fueguinos a precios accesibles, en un gesto de solidaridad que permitió a las trabajadoras reunir algo de dinero.

Solidaridad en toda la provincia

Cuando se agotó la mercadería, las trabajadoras siguieron produciendo y viajaron a Tolhuin y Ushuaia para continuar las ventas. El gobierno provincial colaboró con los traslados y la Cooperativa Renacer, integrada por extrabajadores de Aurora Grundig, les cedió un espacio para vender. Incluso la UCR fueguina abrió sus puertas para apoyar la causa.

“El esfuerzo fue enorme. Las compañeras producían y vendían sin parar. Recién el 4 de octubre pudimos completar el sueldo de agosto”, recordó la delegada.

Cierre intempestivo y despidos

Pese a las promesas del empresario de mantener la planta en funcionamiento, las trabajadoras se encontraron un día con la fábrica cerrada y candados en la puerta. “Cuando me comuniqué con Recursos Humanos, me dijeron: ‘La fábrica no volverá a abrir’ y cortaron”, contó Cárdenas.

Horas más tarde, los 35 empleados recibieron telegramas de despido, con la empresa invocando el artículo 247 del Código Laboral —fuerza mayor— para abonar solo el 50% de las indemnizaciones, a pesar de que muchas trabajadoras tienen entre 12 y 30 años de antigüedad.

Crisis textil y apertura de importaciones

El cierre de Casablanca se da en un contexto crítico para la industria textil nacional, golpeada por la caída del consumo y la apertura de importaciones que permite el ingreso de productos chinos a precios de dumping.
En la misma semana, Sueño Fueguino, fabricante de las marcas Danubio y Cannon, también anunció despidos en la isla tras un conflicto con el gobierno nacional que mantiene 26 camiones con mercadería paralizados en el puerto.

“Le pusimos el corazón a esta fábrica”

“Esta fábrica es nuestro único sustento. Somos todas jefas de familia, le pusimos el lomo y el corazón. Aguantamos suspensiones, atrasos y promesas incumplidas, y así nos paga el dueño, huyendo como una rata”, expresó con impotencia la delegada del SOIVA.

Mientras esperan respuestas y el cobro completo de sus haberes e indemnizaciones, las trabajadoras permanecen en la planta para evitar el vaciamiento de maquinarias y productos.

La lucha de las mujeres de Casablanca se convirtió en un símbolo de resistencia en defensa del trabajo fueguino.

 

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