Un sector interno de la UIA cuestiona el apoyo de la conducción al gobierno y pide ayuda ante la crisis

La entidad empresarial industrial tiene diferencias internas respecto al modelo libertario, y crecen los cuestionamientos a la figura de Martín Rappallini. El sector analizó el fon de semana el borrador que hizo circular el oficialismo.

Martes, 09 de diciembre de 2025 12:43

No sólo los gremios discuten internamente la postura ante el gobierno nacional, que envalentonado por el triunfo electoral de octubre propuso discutir este mismo año, en sesiones extraordinarias. En el sector empresarial, los cambios y el rumbo del modelo económico generan tensión en la principal cámara industrial, la UIA. La polarización que atraviesa a la dirigencia industrial  se manifestó esta semana en una reunión interna, en la que, según trascendidos, los sectores críticos habrían interpelado duramente a los que acompañan al gobierno, con el presidente de la entidad, Martín Rappallini, al frente.

Rappallini desarrolló ese pensamiento antes y después de la reunión de la discordia en varias entrevistas periodísticas. El directivo minimizó los cierres de empresas y los despidos con el argumento de que la industria está “en un momento de transición” y consideró que los dirigentes no deben discutir públicamente por cuestiones internas. En otras palabras, silencio, acompañamiento y a “confiar en lo que vendrá después de la aprobación de las leyes en el Congreso”.

El concepto de “transición” es uno de los ejes problemáticos de la interna industrial. De un lado, los que bancan el camino de las reformas del gobierno plantean que la reforma laboral traerá una suerte de paraíso regulatorio favorable a los negocios, la realización de la agenda que el lobby trabajó pacientemente por años y que ahora está a un paso de convertirse en vibrante realidad.

Voces disidentes

Del otro lado están los que advierten que la transición es la arena de “la pulverización del mercado interno”, en un contexto de apertura importadora, tipo de cambio bajo y tasas altas. Las pymes industriales en particular discuten la prioridad de las reformas estructurales y piden una intervención urgente del Estado para salvar a las empresas que todavía no cayeron.

Pero la presión parece dar resultado en algunos ámbitos de la dirigencia. Después de la reunión del martes, los ánimos de unos cuantos se calmaron sensiblemente, a juzgar por conversaciones con dirigentes que bajaron decibeles en pocos días, por temor, o porque  aceptaron el consejo de Rappallini. La encuesta mensual de la UIA de noviembre consignó que para el 41 por ciento de los industriales consultados el problema más relevante es la caída de la demanda de otras empresas.

Contexto desfavorable

En el caso de los industriales, la lectura se realiza sobre un verdadero volcán en erupción: esta semana el cierre temporal (por ahora) de la multinacional Mondelez, en Tigre, provincia de Buenos Aires, agigantó la sombra que generó una semana antes la desactivación de la planta de Whirlpool, en Pilar. Mondelez es una de las compañías grandes del mercado y su parada, inédita en su historia en el país, disparó la preocupación de los sectores que cuestionan la mirada oficial en relación a la industria.

Fiel a su principio de acelerar en la curva, el gobierno aprovechó el estupor para reafirmar su perspectiva. El presidente Javier Milei argumentó que los cierres de empresas son para el bien de las empresas que quiebran, de los trabajadores que se quedan sin empleo y de los consumidores. Por su parte, el ministro de Economía, Luis Caputo, respaldó públicamente al secretario de Coordinación de Producción, Pablo Lavigne, que una semana atrás declaró que “la mejor política industrial es la que no existe”. Llamativamente, el posicionamiento oficial interpela positivamente a sectores importantes de la patronal fabril, que relativizan el impacto del programa económico en el sector y ven con buenos ojos el avance de las reformas económicas.