Lo que marcan hasta acá las elecciones de medio término es el elevado ausentismo de la población que expresa su bronca por el actual estado de cosas. Casi el 50 por ciento de la gente no va a votar. Los representados no creen en sus representantes y cuestionan lo establecido por la Constitución oligárquica de 1853 según la cual “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”.
El elevado ausentismo electoral señala la frustración del pueblo con una clase dirigente que en 41 años de democracia ha venido negociando y claudicando frente a los factores del poder real que son los que gobiernan el país. Hoy lo hacen de manera desembozada, sin necesidad de disfrazarse de “progresistas” o “institucionalistas” a partir del gobierno cipayo y neofascista de Milei.
En Córdoba, tras más de un cuarto de siglo de gobiernos del “Cordobesismo”, la sociedad, genéricamente conservadora, votó masivamente por Macri en 2015 y lo volvió a hacer en 2023 por Milei. Ratifica así su vocación gorila y reivindica su decisiva participación en la “Revolución Fusiladora” que derrocó al Gobierno Popular de Juan Domingo Perón en 1955.
Aunque algunos aparezcan como arrepentidos de última hora, lo cierto es que el Gobernador Llaryora y sus diputados y senadores, salvo raras excepciones, le han votado la mayoría de las leyes al estafador de Milei, sobre todo la Ley Bases, que es lo que le permite al Gobierno operar a puro decretazo y desguazar el Estado a favor de los grupos económicos concentrados. Esta subordinación se hizo en nombre de la gobernabilidad del régimen antinacional y antipopular.
La disputa principal se dará entre el “Cordobesismo” y los libertarios que terminaron armando lista propia desalojando al "Juecismo", lo que queda del PRO y los radicales con peluca después que De Loredo no aceptara ir en el tercer lugar de la lista. O sea que la compulsa principal será entre la derecha y la ultraderecha. La aparición de Natalia de la Sota es la novedad de este turno electoral. En realidad, lo que se propone la hija del tres veces gobernador de la provincia es renovar el “Cordobesismo” y, en ese sentido, no ha roto relaciones con Llaryora aunque confronta con su antecesor, el “Gringo” Schiaretti.
El “Kirchnerismo” es un sector minúsculo en Córdoba, agravado por la persistencia de una práctica signada por las decisiones tomadas desde Buenos Aires para elegir sus candidatos a dedo. Luego figura el armado electoral del Frente de Izquierda con sus características propias.
La inminencia del próximo turno electoral no debería subordinar la construcción cotidiana de una propuesta estratégica más vigorosa para darle sentido a la lucha colectiva de los que resisten la prepotencia del sistema de dominación expresada por este gobierno hambreador que ha puesto bandera de remate a la Patria.
Para nosotros, la democracia no se puede agotar en la formalidad de ir votar cada dos o cuatro años. Es una construcción cotidiana marcada por la participación y el protagonismo del pueblo, de abajo hacia arriba y de la periferia al centro.
Frente a este nuevo acto electoral, no está de más consignar que el objetivo de la hora es impulsar la unidad del pueblo en un proyecto común que nos permita no delegar más para gobernarnos a nosotros mismos. Queremos ser la piedra en el zapato del poder, plantear que esta democracia colonial se ha revelado incapaz de dar de comer, proveer educación y sanar al pueblo y, consecuentemente, bregar por la transformación social y la liberación nacional.
La lucha por imponer una sociedad más justa y una Patria Soberana por la que militaron y entregaron sus vidas nuestros 30.000 compañeros, no se agota en las urnas.