Diciembre 2015-noviembre 2025, la década perdida del salario: se transfirieron 290.000 millones de dólares del trabajo al capital concentrado

Un reporte del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), presentado en la Facultad de Ciencias Económicas y Estadísticas de la UNR, reveló que la pérdida de poder adquisitivo desde 2015 implicó una masiva transferencia de ingresos del trabajo hacia el capital. Energéticas, agroexportadoras y bancos, entre los grandes ganadores del período.

Lunes, 17 de noviembre de 2025 12:06

Argentina atravesó en los últimos diez años distintos procesos políticos y económicos que dejaron una profunda erosión en el bolsillo de los trabajadores y trabajadoras. Según el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), las recurrentes caídas del salario real provocaron una transferencia de ingresos hacia el sector privado equivalente a USD 290.000 millones.

El informe destaca que esta dinámica se dio en un contexto de medidas de emergencia cambiaria y financiera que beneficiaron especialmente a tres sectores: el energético, el agroexportador y el financiero. En este último caso, el aumento de los pasivos remunerados del Banco Central reforzó la capacidad de los bancos de apropiarse de rentas extraordinarias a través de la intermediación y el rendimiento de títulos públicos.

Dólares que se van: fuga, endeudamiento y deterioro del Estado

De acuerdo al estudio, el sector privado dolarizó una parte importante de los excedentes obtenidos en el período. Desde diciembre de 2015, la pérdida de divisas por esta vía asciende a USD 190.000 millones.

Como contracara, se aceleró el endeudamiento externo del país —tanto público como privado— que creció hasta USD 114.000 millones, profundizando la fragilidad macroeconómica.

El informe también detalla una caída en la capacidad del Estado para captar y redistribuir el excedente económico. Entre 2017 y 2022, el capital incrementó en 6 puntos su participación en el reparto del valor agregado, restándole 3 puntos al trabajo y 3 puntos al Estado.

Macri, el FMI y el comienzo de una “ofensiva del capital”

Mate señala como punto de quiebre el inicio del gobierno de Mauricio Macri, en diciembre de 2015, caracterizado como una “fuerte ofensiva del capital sobre el salario y las estructuras institucionales”.

La administración macrista comenzó con una abrupta devaluación que aceleró la inflación y se tradujo en una licuación del salario real. Sin embargo, durante los primeros dos años, la acción sindical —paritarias activas, comisiones internas y medidas de fuerza— logró contener una caída más profunda.

Hacia diciembre de 2019, el panorama ya era crítico: el salario real terminó 18 puntos por debajo del nivel de 2015.

En paralelo, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional marcó otro hito: Argentina recibió el mayor préstamo de la historia del organismo, con desembolsos por USD 44.500 millones, y la deuda pública escaló del 52,6% al 90% del PBI, con un aumento sustancial de los compromisos en moneda extranjera.

Un salario que no deja de caer, incluso con gobiernos de distinto signo

La última década consolidó una tendencia persistente: la pérdida del poder adquisitivo. Según el informe, tanto durante el macrismo como en la actual gestión de Javier Milei, se promovieron políticas que generaron una transferencia sistemática de ingresos desde el trabajo hacia el capital.

Incluso durante el gobierno de Alberto Fernández, pese a frenar esa dinámica, el salario real continuó deteriorándose. La participación de los asalariados en el PBI cayó del 54% en el último año del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner al 44% actual, un retroceso de 10 puntos.

El avance del capital sobre el excedente: menos salarios y menos impuestos

La información que agrupa la AFIP confirma esta evolución: entre 2017 y 2022, mientras la facturación total de las empresas creció un 18% en términos reales, el resultado operativo aumentó casi 20%.

En ese mismo lapso:

  • Los salarios redujeron su participación en las ventas un 25%.
  • El impuesto a las ganancias cayó un 35% en proporción a la facturación.

El capital no solo ganó por la caída del salario real, sino también por una menor captación estatal del excedente generado.

Ganadores de la emergencia: bancos, energéticas y agroexportadoras.

El negocio financiero en tiempos de crisis

El sector financiero fue uno de los grandes beneficiarios. Según Mate, sus ganancias provinieron tanto de la intermediación tradicional como del rendimiento de títulos públicos. En contextos recesivos, los bancos volcaban sus excedentes a instrumentos del Estado, garantizándose rentabilidades elevadas en un entorno de baja actividad.

La expansión de los pasivos remunerados del Banco Central funcionó como un “respirador artificial” para sostener a los bancos en un contexto de inestabilidad.

Energía: estímulos, subsidios y precios internacionalizados

El sector energético, particularmente en los primeros eslabones de la cadena, también emergió como uno de los grandes ganadores. Entre 2018 y 2023, el Estado perdió participación en la renta petrolera: pasó de apropiarse del 21% del valor agregado sectorial al 13%, mientras las empresas capturaron la diferencia completa.

El poder concentrado del complejo agroexportador

El informe revela que el agroexportador opera con tramas corporativas que facilitan la reducción impositiva y la apropiación de mayores volúmenes de dólares mediante comercio intrafirma.

Algunos datos clave:

  • 86% de las exportaciones y 81% de las importaciones se realizan dentro de los mismos grupos económicos.
  • Solo 8 empresas concentran el 95% de las exportaciones de harina de soja, el 93% de las de aceite y el 72% de las de granos.
  • El complejo oleaginoso-cerealero representó la mitad de las exportaciones del país en los últimos años.

Desde 2022, mediante la no liquidación de la cosecha, el sector presionó al Gobierno y obtuvo medidas que reforzaron sus márgenes.

Conclusión: más concentración y menos salario

El informe del Mate expone un patrón estructural: la economía argentina de la última década se caracterizó por caída del salario real, concentración del excedente, fuga de capitales y debilitamiento del Estado.

La magnitud de la transferencia de ingresos —USD 290.000 millones desde 2015— muestra que la regresión distributiva no fue un fenómeno coyuntural, sino el resultado de decisiones políticas que reconfiguraron el reparto del ingreso en favor de los sectores más poderosos de la economía.