En el “granero del mundo”, la recesión y los bajos sueldos ponen en jaque la industria de los alimentos

Los conflictos se multiplican en un sector que supo ser emblema de crecimiento. La baja en el consumo afecta desde los productos elaborados a los de primera necesidad. Incluso las empresas lácteas y frigoríficas sienten la crisis.

Domingo, 01 de junio de 2025 11:00

En enero de este año, la tradicional planta Dánica de la localidad de Llavallol cerró sus puertas, y dejó a 150 operarios en la calle. Luego de varios años de dificultades, el grupo Beltrán decidió discontinuar la producción, bajo el argumento del desplome del consumo interno, afectado por la crisis recesiva. Este primer caso inauguró una tendencia que con el correr del año fue creciendo, y hoy parece instalada: la crisis dela industria alimenticia. En las últimas semanas, dos firmas tradicionales como Caramelos Lipo y Tía Maruca admitieron problemas para afrontar el pago de salarios, lo que disparó conflictos con sus trabajadores. La larga lista de firmas en problemas por el modelo libertario no sólo incluye a productoras de consumo masivo, sino que además hay lácteas, avícolas y frigoríficos, lo que marca lo grave de la situación. A esto se le suma el malestar por la estrategia de pisar las paritarias del gobierno nacional, que hizo que esta semana la Federación Trabajadores de la Alimentación (FTIA) se movilizar a la sede de la cámara empresaria FIPPA para exigir mejoras salariales urgentes, luego que la patronal ofreciera un 1 por ciento de incremento, de acuerdo al techo que intenta imponer la Casa Rosada. Esta realidad no sólo incluye a las empresas pymes y medianas, sino a grandes firmas del sector, como Molinos Río de la Plata, que luego de tener ganancias extraordinarias en 2024 este año avanza un plan de ajuste, que incluye la amenaza de despidos en su planta Esteban Echeverría.

La crisis de la industria alimenticia se basa, según las empresas, en la baja del consumo interno. Algo de eso hay, según los datos que se conocen. En marzo, por ejemplo, el consumo masivo tuvo una caída interanual del 5,4 por ciento, según un informe de la consultora NielsenIQ. “La baja profundiza el retroceso registrado en febrero, cuando la contracción había sido del 2,7 por ciento, en un contexto marcado por la pérdida de poder adquisitivo y el impacto persistente de la inflación sobre los productos esenciales”, explicó el reporte, al que tuvo acceso Data Gremial. Además, se destacó que la facturación cayó a 54,6 por ciento (versus 70,9 por ciento febrero), marcando “el impacto de la suba de precios en el consumo”. El informe de NielsenIQ también detalló que el consumo de alimentos básicos “cayó un 4,5 por ciento en marzo”. En contraste, los alimentos no básicos registraron un leve crecimiento del 1,9 por ciento, al igual que las golosinas, con un avance del 2,2 por ciento. Esto último no evitó que Caramelos Lipo pagara parcialmente los salarios este mes, y generara un conflicto en su planta de Lanús.  La situación en Lipo acumula prácticamente un semestre de idas y vueltas entre la cúpula de la compañía, una pyme familiar comandada por Matías y Mariela Lipovetzky y con un nivel de producción del orden de los 2 millones de caramelos diarios y 100 variedades diferentes.

La caída del consumo se produce en un contexto de fuerte suba de precios. En marzo, la inflación alcanzó el 3,7 por ciento, impulsada principalmente por los rubros de educación (21,6 por ciento) y alimentos (5,9 por ciento), según datos del INDEC. La suba de precios en verduras, tubérculos, legumbres, carnes y derivados tuvo una alta incidencia en todas las regiones, lo que termina impactando en una industria muy diversificada, pero que en estos momentos está en situación precaria. Esto impacta no sólo en las empresas productoras de alimentos, sino en aquellas que están vinculadas a la materia prima, como la lecha. Esta industria está pasando uno de sus peores momentos. La cooperativa emblema SanCor transita este momento de mayo con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá con su concurso de acreedores, mientras que La Serenísima sigue expectante ante el “tire y afloje” que vienen promoviendo Arcor, Danone y la familia Mastellone.

Por su parte, La Lácteo y ARSA experimentan un drama económico sin solución inmediata. Esta semana, a esos nombres se sumó el de Verónica, que cayó en un freno productivo a partir de medidas sindicales derivadas de la falta del pago completo de los salarios y la retención de aportes sociales. Incluso la industria frigorífica está en apuros: según las proyecciones, el consumo de carne vacuna per cápita en Argentina este año “será menor que en 1920”.

Gremios movilizados

La gran cantidad de conflictos por la baja del consumo que pone al sector en estado de ebullición se potencia por la realidad salarial que vive el país. la estrategia de sólo aprobar “paritarias razonables”, según los dichos del jefe de Gabinete Guillermo Francos, es un obstáculo para cerrar convenios en todos los rubros. En el caso de las empresas de alimentos, la última reunión mostró como esta situación es aprovechada por las patronales: la oferta de la cámara FIPPA fue del 1 por ciento. “Ante los oídos sordos de la patronal, a su casa les fuimos a gritar en demanda de una mejora salarial. Aunque no nos quieran escuchar, no nos van a silenciar”, advirtió la conducción de la FTIA, que realizó una multitudinaria marcha frente a la sede patronal.

La medida contó con el respaldo y adhesión del secretariado nacional de la FTIA que conduce Héctor Morcillo y de todos los cuerpos de delegados y dirigentes de los sindicatos de base de la federación. “Repudiamos las excusas de los empresarios que se amparan en la pauta oficial para no ofrecer absolutamente nada. Esta política del sector patronal se apoya en un modelo de ajuste que transfiere los ingresos de los trabajadores y los jubilados hacia los sectores más ricos”, sostuvo Morcillo en declaraciones periodísticas.

El líder de la FTIA aclaró en plena movilización que “no vinimos a amedrentar a nadie. Vinimos a reclamar el salario que nos corresponde y que merecen nuestras familias. Esta marcha multitudinaria, donde participaron trabajadores de todo el país, marca que hay bronca y necesidad de un mejor salario”. Según confirmó el dirigente Rodolfo Daer tras el plenario, se reclama “al menos un 3 por ciento inmediato para recuperar lo perdido y una cláusula de actualización automática que acompañe el costo de vida” — cifra que rompe el límite oficial y que la Secretaría de Trabajo se niega por ahora a homologar.

La FTIA denunció además que las cámaras empresarias pretenden “flexibilizar condiciones laborales” y dilatar una recomposición que consideran impostergable. Morcillo dejo claro que no está en los planes del gremio aceptar la imposición del Gobierno y mucho menos el oportunismo empresarial. “Vamos a seguir la semana que viene con nuestro plan de lucha de los cuerpos orgánicos que incluye asambleas y movilizaciones regionales y zonales para continuar peleando por el salario”, adelantó el dirigente.

En este sentido, según pudo saber Data Gremial, el 3 y 4 de junio se realizará un nuevo plenario de delegados, donde la propuesta de la conducción del gremio será que “en caso de no haber avances en la negociación, se votará trabajar a convenio, sin horas extra, con paradas técnicas prolongadas”, como anticipo de un eventual paro nacional.

El caso Molinos

La situación de la industria de los alimentos incluye a las grandes empresas productoras de alimentos, que durante la pandemia tuvieron facturación record, y que en 2024, pese a la crisis recesiva generada por el plan antiinflacionario de Milei fueron de las grandes ganadoras del modelo. Así lo demuestra un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), que analizó los números de la firma de la familia Pérez Compang, Mastellone y Arcor.

El sector alimenticio registró sobresalientes resultados en 2024, esto producto de la derogación del programa Precios Cuidados y la consecuente liberalización del mercado, lo que permitió a las principales compañías fijar precios e incrementar Significativamente sus márgenes de rentabilidad”, recalcó el trabajo, al que tuvo acceso Data Gremial.

Este escenario se traduce “en un contexto de alta inflación, donde el precio de los alimentos mostró una variación interanual del 201,4 por ciento a septiembre de2024, impactando especialmente en los productos que conforman la canasta básica alimentaria”. En el caso de Molinos Río de la Plata, tuvo en 2024 un resultado neto del ejercicio contable de más de 32 mil millones de pesos.

Pese a esto, en su planta de Esteban Echeverría hay un importante plan de ajuste, y hay alerta de posibles despidos, que incluyen el pago del 50 por ciento de la indemnización Según la Comisión Interna de la planta, el grupo empresario propiedad de la familia Pérez Companc —cuarta más rica del país, según el ranking de Forbes— comenzó el 9 de mayo con reuniones informales con grupos reducidos de operarios.

Allí, según relataron los delegados, la firma comunicó su decisión de aplicar despidos y quitar adicionales salariales incluidos en el convenio colectivo de trabajo. La medida fue ratificada el miércoles 21, pese al rechazo sindical. “Quieren producir lo mismo con menos gente y eso lo pagaremos con hambre de las familias de los operarios despedidos y con la salud de quienes sigan trabajando. No lo vamos a permitir”, advirtió Luciano Greco, delegado de la Comisión Interna. La planta cuenta actualmente con unos 200 puestos laborales que, según Greco, están dispuestos a “defender los puestos laborales”.