La reforma laboral que impulsa Javier Milei, que esta semana ingresará formalmente al Congreso, divide opiniones entre los argentinos, como en tantos otros aspectos. Un trabajo de la consultora Giacobbe, realizado a 2.500 personas durante los últimos días de noviembre, marca una paridad tan ajustada que confirma que el tema ya abrió otra grieta en una sociedad acostumbrada a vivir polarizada. Si bien cerca de la mitad de la gente cree que el proyecto traerá “destrucción del empleo”, una parte similar considera que será positiva para el trabajo.
Según la encuesta, el 48,9 por ciento cree que la reforma provocará pérdida de empleos o que directamente no se generarán nuevos, mientras que el 48,1 por ciento considera que los cambios ayudarán a crear puestos de trabajo. Prácticamente un empate técnico que desnuda una división profunda y creciente.
El informe detalla con mayor precisión cómo se reparte la opinión pública. Entre quienes ven un panorama negativo, el 30,7 por ciento afirma que “se van a perder puestos de empleo”, y un 18,2 por ciento sostiene que no se crearán nuevos empleos aun con la normativa vigente. Del otro lado, el 36,7 por ciento cree que se generarán “muchos puestos de empleo nuevos”, mientras que un 11,4 por ciento apuesta a que se crearán “algunos puestos nuevos”, una visión más moderada pero igualmente favorable. Este nivel de dispersión confirma que el debate no solo es técnico o económico: también es cultural y político.
Detalles de la propuesta
La reforma laboral propuesta por el Ejecutivo incluye modificaciones profundas en áreas sensibles del sistema laboral argentino. El proyecto redefine la base de cálculo para despidos, con un tope de hasta tres veces el salario promedio del convenio y un piso del 67 por ciento del salario habitual. Además, habilita que los convenios colectivos reemplacen indemnizaciones por fondos de cese laboral, financiados por los empleadores.
El texto elimina las multas por empleo “en negro” y establece condonación de deudas, intereses y sanciones si las empresas regularizan a todo su personal. Se propone que, ante una “pluspetición inexcusable” —cuando se piden montos desmedidos—, las costas puedan quedar a cargo del trabajador, una medida que despertó fuertes críticas de gremios y abogados laboralistas. También se plantea que los períodos de descanso puedan fraccionarse o extenderse mediante acuerdos individuales o colectivos.
Tensiones
Además de medir el conflicto por la reforma, la encuesta de Giacobbe analizó la imagen del Presidente. Y los números muestran otra pelea voto a voto: la imagen positiva de Milei llega al 47 por ciento, mientras que la negativa se ubica en 46,1 por ciento. La trayectoria del mandatario desde diciembre de 2023 fue marcada por la volatilidad: meses de alta aprobación, caídas abruptas y picos de rechazo. Este año, la crisis por los escándalos en la Agencia Nacional de Discapacidad había llevado su imagen negativa a superar los 50 puntos y su aprobación a romper el piso del 40.
Mientras el Gobierno acelera el debate legislativo, la CGT acusa “falta de voluntad” para negociar y advierte que el proyecto avanza sin diálogo real. La central obrera analiza medidas de fuerza y endurece su postura ante lo que considera un ataque directo al sistema laboral vigente. Más contundente aún, ATE realizó este martes un paro nacional para rechazar el contenido de la reforma y exigir que el Congreso detenga su avance. En el sector empresario, en cambio, el clima es radicalmente diferente: celebran la iniciativa y reclaman que las modificaciones se aprueben cuanto antes para “alivianar los costos laborales” y “modernizar el mercado de trabajo”.