Históricamente, se ha referido a la República Argentina como “el granero del mundo”.
Hubo momentos en la historia de esta gran Nación en los que estuvimos ubicados entre los primeros países del mundo.
Con el devenir de los años, pasaron gobiernos de distinto signo político.
Las políticas implementadas por esos gobiernos —de forma directa o indirecta— fueron contribuyendo a la inaceptable situación social y económica que hoy padecemos.
Somos un país en el que el pueblo sufre hambre, especialmente los niños y los adultos mayores.
Somos un país con un elevado número de personas pobres y en situación de indigencia.
Somos un país con más trabajadores monotributistas que trabajadores en relación de dependencia registrados, con derechos laborales como salario digno, vacaciones y aguinaldo.
Somos un país con más de la mitad de sus trabajadores no registrados, viviendo en la informalidad.
Somos un país que no garantiza el derecho a la vivienda, a pesar de estar consagrado en la Constitución Nacional.
Somos un país con una economía dolarizada, mientras que los salarios y las jubilaciones se pagan en pesos.
Somos un país que cobra el “impuesto a las ganancias” incluso a quienes trabajan y a quienes se han jubilado.
Somos un país con una pesada mochila fiscal que obliga al pueblo a elegir entre pagar impuestos o comer.
La clase política en su conjunto —oficialismos y oposiciones— ha fracasado. Todos.
Quizás haya llegado el momento de elegir una nueva dirigencia política en las próximas elecciones, y dar por finalizado el ciclo de una generación de políticos mediocres que nos ha llevado a esta crisis. Incluyendo al nefasto gobierno nacional actual, que considero el peor desde el retorno de la democracia.
¿Cómo se justifica que el pueblo argentino pase hambre, siendo el granero del mundo y produciendo alimentos para más de cuatrocientos millones de personas?
No podemos aceptar que otro gobierno argentino no asegure el alimento al pueblo mediante verdaderas políticas de Estado.
¿Cómo se justifica que haya personas sumidas en la pobreza o la indigencia, producto principalmente de la falta de empleo?
La Argentina es uno de los diez países más extensos del mundo, con innumerables recursos naturales. Con decisión política, es posible abrir fábricas, industrias y pymes, y avanzar en un ambicioso programa de pleno empleo, como ya lo han hecho otros países.
Las argentinas y los argentinos necesitamos políticos patriotas y eficientes, que trabajen por nuestra agenda y nuestras necesidades. Que comprendan que el cargo que ocupan es para gestionar en favor del pueblo, no para empeorar su vida.
Elijamos mejor a nuestros representantes, y no tropecemos dos veces con la misma piedra.
Dejemos de votar a nuestros próximos verdugos, para que, de una vez por todas, podamos ver de pie a nuestra querida Patria, que hace años vive de rodillas.