Hace unos días, la multinacional Kimberly-Clark anunció el cierre de su planta ubicada en el Parque Industrial de Pilar. Sin previo aviso, la empresa dedicada a la producción de papel y derivados informó que trasladaría la actividad a su establecimiento en San Luis, por lo que fueron despedidos 220 trabajadores. La medida fue comunicada a través de telegramas enviados durante el primer fin de semana del mes, en medio del desconcierto total del personal. El caso no es aislado, y se suman a lo que pasa en Molinos Río de la Plata, con despidos arbitrarios en su planta Esteban Echeverría, o el caso de Georgalos, que sigue en conflicto por cambios en las formas de producción. Estos son todos ejemplos de lo que viene pasando en el sector industrial, muy castigado por el modelo libertario, que abrió las importaciones, dejando a muchas áreas desprotegidas y sin capacidad de competir.
Lo mismo sucede con otras medidas que generan lo que muchos ya califican como un “industricidio”, una marca de agua del modelo del presidente Javier Milei. Los datos lo avalan: según se supo, desde que el presidente se instaló en la Casa Rosada, se perdieron 25 mil puestos de trabajo industriales. La situación genera una verdadera catástrofe en sectores como el textil, el metalúrgico y calzado, por ejemplo. Esto se suma a la cada vez menos capacidad instalada funcionando, otra cara de la crisis sectorial.
La crisis de la industria argentina en la era libertaria se nota en los datos y en los conflictos cada vez más intensos. “El ajuste fiscal y la caída del consumo interno golpearon fuertemente a la industria nacional”, aseguró el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) en su último reporte, que identifica como los principales problema de esta crisis “la apertura comercial y la apreciación del peso”, que profundizaron “la pérdida de competitividad y el avance de las importaciones”. Como resultado, resaltó el reporte al que tuvo acceso Data Gremial, la producción industrial “cayó casi 10 por ciento en el primer trimestre del año, frente al mismo período de 2023”.
Esto hizo que se perdieran “25mil empleos industriales registrados en lo que va de la gestión libertaria, especialmente en textiles, calzado y metalmecánica”. “La industria resultó así la rama más perjudicada en pérdida de empleos formales luego de la construcción”, mientras que al desagregar según actividad industrial, se aprecia que “la única actividad que vio crecer la cantidad de asalariados formales en ese período fue alimentos y tabaco, mientras que solo en el rubro de textiles, confecciones, cuero y calzado se perdieron 9.570 empleos, seguido de metalmecánica (-7.214)”.
Para el IPyPP, las políticas adoptadas por el gobierno nacional “rápidamente se reflejaron en el desempeño de la actividad industrial”. Según el Índice de Producción Industrial Manufacturera de INDEC, el promedio del primer trimestre 2025 ubica a la actividad industrial casi un 10 por ciento por debajo del primer trimestre 2023. “Si bien hay sectores que crecieron, como productos de tabaco o motocicletas, la mayor parte de las actividades tuvieron un retroceso significativo, aún más crítico en el caso de productos minerales no metálicos (-27,3 por ciento) y de industrias metálicas básicas (-23,6 por ciento), actividades también perjudicadas por el freno de la obra pública”. En el mismo período, la utilización de la capacidad instalada en la industria descendió 8,8 puntos porcentuales, con caídas que llegan a dos dígitos en la mitad de las actividades relevadas. La mayor caída se registra en productos minerales no metálicos (-23 p.p.), asociada a la crisis en la construcción, seguida de industrias metálicas básicas (-14,2 p.p.). “Se destaca que en todas las actividades hubo un descenso en la utilización de la capacidad instalada, con excepción de la producción de alimentos y bebidas, que se mantuvo estancada”, recalcó el reporte.
Crisis sectorial
Los casos particulares detrás de las cifras muestran que el impacto de la crisis industrial recién comienza, y que los despidos y cierres pueden avanzar en los próximos meses, incluso con la supuesta estabilidad que defiende el gobierno libertario. Esta semana la química suiza Clariant anunció el cierre definitivo de su planta de la localidad bonaerense de Zárate que dejará sin empleo e ingresos a 50 trabajadores. La salida afectará solo a la producción ya que pasará a importarse desde Brasil, según las versiones. Clariant produce en Zárate químicos para diversas industrias, como cuidado personal, limpieza, lubricantes industriales, minería, agricultura, plásticos, pinturas y textiles, entre otras.
En cuanto a Molinos Río de la Plata, este miércoles fracasaron negociaciones que se realizaban en el Ministerio de Trabajo bonaerense y la empresa ratificó los despidos de 10 operarios. En respuesta, la seccional provincia de Buenos Aires del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) declaró el paro por tiempo indeterminado.
La alarma por la situación incluye al sector empresarial, como es obvio. El deterioro del aparato productivo quedó nuevamente expuesto en los datos del Monitor de por ciento de las empresas que exportaban dejó de hacerlo durante el primer semestre del año. La pérdida de competitividad, el aumento de costos y la apreciación del peso frente al dólar aparecen como los principales motivos detrás de este retroceso. El informe de la UIA, basado en una encuesta a más de 600 empresas, mostró que el 33 por ciento registró una baja en su producción, mientras solo el 26,1 por ciento indicó subas.
Las ventas para el consumo interno también muestran signo negativo: el 41,3 por ciento de las industrias reportó caídas, frente al 24,9 por ciento que informó aumentos. En el plano laboral, el 20,1 por ciento de las empresas realizó recortes de personal, frente a apenas el 14,8 por ciento que incorporó trabajadores. Entre las firmas que dejaron de exportar, el 57,8 por ciento lo atribuyó al alza de costos, y un 31,3 por ciento lo vinculó directamente a la política oficial de apreciación cambiaria. El relevamiento muestra una industria con menor producción, menos ventas y más restricciones financieras. En un contexto de recesión y baja de la inflación basada en el anclaje del tipo de cambio, las fábricas enfrentan un escenario de ajuste sin señales de reactivación.
Auge de las importaciones
En paralelo a estas situaciones, la combinación de apertura comercial con apreciación cambiaria impulsó el incremento de las importaciones, que en abril de este año crecieron un 37,3 por ciento interanual, según el informe de Intercambio Comercial del INDEC citado por el mismo informe de IPyPP. “Si bien todos los usos de las importaciones registraron subas en el último año, el que más se elevó fue Vehículos automotores de pasajeros (+204,5 por ciento), seguido de Resto (+158,2 por ciento), un componente con un peso menor que adquirió impulso debido a la mayor compra de bienes despachados mediante servicios postales o couriers”, recalcó el reporte. Le siguió el incremento en la importación de Bienes de Consumo (+77,7 por ciento).
Al comparar contra 2023, las importaciones crecieron un 6,1 por ciento. Se destaca nuevamente la importación de automóviles como el rubro que más creció (+226 por ciento), seguido por bienes de consumo (+49,5 por ciento) y bienes de capital (+47,3 por ciento). Así, estos tres rubros incrementaron sustancialmente su peso en el total de importaciones, al tiempo que se redujo significativamente el peso de los bienes intermedios, como así también de los combustibles.
“La crisis de la industria pone en jaque a muchas pequeñas y medianas empresas”, alertó IPyPP. Un relevamiento realizado por el Observatorio PyME durante el primer trimestre 20252 indica que el 42 por ciento de las pymes industriales se siente amenazada por las importaciones. Además, el 28 por ciento de estas indicó una caída de su participación en el mercado interno. “La amenaza importadora es mayor en actividades como la metalmecánica y la industria textil, prendas de vestir, productos de cuero y calzado”, recalcaron. Incluso al interior del segmento PyME, se aprecia una creciente sustitución de producción local por importada, tanto de insumos como de producción final. En 2024, “el 18 por ciento de estas empresas sustituyó insumos locales por importados”.
De mantenerse el plan económico vigente, esta situación se profundizará a lo largo de este año: “las expectativas para 2025 muestran que un 30 por ciento de empresas espera aumentar sus importaciones de insumos y un 18 por ciento aquellas de productos terminados”. En suma, se concluyó, “la industria manufacturera argentina se encuentra atravesando una nueva etapa de repliegue, producto de la apreciación cambiaria y la desregulación del comercio exterior, sin políticas de compensación que incentiven la producción local”.