Las empresas se apoderan del crecimiento de la economía y van por más: piden bajar costos laborales

Pese a aumentar su participación en el PBI y capturar el exceso de productividad, insisten con una reforma laboral que aumente sus beneficios. El caso Techint y el Gasoducto Néstor Kirchner.

En un acto en el Estadio Único de La Plata en diciembre de 2020, cuando comenzó a hacer pública la pelea interna en el gobierno, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner alertó sobre la concentración de la economía, en medio del gran repunto que se vivía en medio de la pandemia.

 “No quiero que el crecimiento se lo queden tres o cuatro vivos”, sostuvo, marcando una posible situación que luego se fue confirmando. Es que los números de “la macro” son alentadores, pero la realidad de la “micro” sigue empeorando. En puede corroborarse en una nueva baja de la participación de los salarios en el PBI, lo que marca que las empresas capturaron gran parte de la mejora durante el gobierno del Frente de Todos.

Esto no evita que en foros donde se encuentran con precandidatos, en especial opositores, presionen para impulsar reformas en las leyes laborales, que bajo el argumento de buscar mayores inversiones tiene como meta bajar el costo del trabajo, que está en los márgenes más bajos en décadas, en especial si se lo mide en dólares.

Los datos marcan que las empresas no sólo aumentaron su participación en la economía, sino que además bajaron los costos laborales a cifras record en el país. Esto lo hicieron al capturar gran parte del crecimiento de los últimos tres años, generando una situación paradójica donde hubo aumento de empleo y actividad, pero salarios depreciados y con menos participación en el PBI.

Esta tendencia se viene dando desde el macrismo, que hizo que en materia de “rapiña” empresaria el actual gobierno sea más una continuidad que un cambio. Esta semana, según datos del Centro de Economía Política (CEPA) marca que la productividad que generó el crecimiento del país fue capturada casi en su totalidad por el capital.

Desde el último trimestre de 2019 hasta la actualidad, la productividad laboral por puesto subió 14 por ciento, mientras que los ingresos reales de los asalariados solo mejoraron 2 por ciento. Es decir, el 83 por ciento de la mejora en la productividad laboral de estos últimos tres años se la quedaron las empresas”, aseguraron los datos del reporte. Esto hace que entre el 2016 y el 2022, “productividad no pagada a los trabajadores alcanza un valor acumulado de 16 por ciento”, un valor que llegó a estar en un 20 por ciento en 2021.

A partir de datos extraídos del informe Cuenta de Generación del Ingreso del INDEC, CEPA mostró como los “cuatro vivos” de los que hablaba la vicepresidenta vienen acaparando ese excedente productivo, a partir de la baja de salarios.

En este sentido, se explicó que el salario real de los trabajadores registrados cayó, entre 2016 y 2022, “un 17 por ciento mientras que el sector público resignó un 22 por ciento y el sector privado no registrado, hasta la mitad de 2022, había perdido un 33 por ciento de su poder adquisitivo”.

Esto ubicó el salario en un porcentaje especialmente bajo de los costos laborales, ya que pasó de representar “el 43 por ciento del valor agregado en el segundo semestre de 2016 a apenas el 36,1por ciento en el mismo período de 2022, tocando un piso del 35 por ciento para el primer semestre de ese año”. En tanto, “el excedente de explotación bruto, equivalente a las ganancias empresarias, escaló desde el 48,4 por ciento en 2016 hasta un 51,6 por ciento a fines de 2022”.

Ejemplos

Pese a estar ganando más gracias al esfuerzo de los trabajadores, las empresas insisten con viejos reclamos para lograr una reforma laboral. En distintos espacios, como el Foro Llao Llao, se juntan con dirigentes y piden definiciones respecto al tema.

La gran mayoría de los opositores complacen sus deseos, y adelantan que leyes laborales buscarán cesar, como el derecho a huelga que el diputado nacional José Luis Espert prometió dejar “al mínimo. Lo mismo puede decirse de Horacio Rodríguez Larreta, que en su cumbre reservada con dirigentes de la CGT planteó ideas de cambios en la legislación laboral, aunque prometió buscar consensos y prometió “no romper todo”. En público, el jefe de gobierno porteño habló de terminar “la industria del juicio”, otro axioma muy predicado por el sector empresarial.

Lo cierto que la voracidad empresarial no se detiene ni en tiempo de grandes ganancias, incluso en sectores donde los trabajadores están en apariencia ganando grandes sueldos. Un buen ejemplo es lo que pasa en Tenaris Siat, la planta del grupo Techint que hizo los tubos del Gasoducto Néstor Kirchner. La semana pasada anunciaron un bono salarial para todos los operarios de 770 mil pesos, por el “trabajo duro”.

Pero ese beneficio no tiene relación con los enormes fondos que recibió del estado por las tareas. Según estimaciones, la empresa liderada por Paolo Rocca unos 436 millones de dólares por la tarea, más una serie de licitaciones para realizar tareas vinculadas a las obras civiles (como construcción de obradores e instalaciones en todo el tendido) además de mejorar su posicionamiento en la explotación de Vaca Muerta. Si tomamos el dólar oficial (237,50 pesos), la empresa embolsó unos 103.550 millones de pesos, muy superiores a los poco más de 300 millones de pesos del bono. Es más, con esos recursos Tenaris pagaría 50 años de trabajo de sus operarios.  

Para colmo, los operarios incorporados para estas tareas fueron contratados bajo la modalidad temporaria, por lo cual a fines de este mes deberán revalidar su continuidad laboral. Los contratos del 80 por ciento de estos trabajadores vencieron en abril, y fueron extendidos un mes más, para finalizar con las tareas. Ahora, su futuro es incierto.

Fuentes cercanas a la planta le dijeron a Data Gremial que esto puedo finalizar “con despidos masivos”. “La empresa tiene otros proyectos comprometidos, y muchos de estos operarios ya fueron vinculados, pero el nivel de productividad no se sabe, por lo cual hay que ver cuántos de estos 400 contratados seguirán el próximo mes”, admitieron las fuentes consultadas. En este sentido, la comisión interna de la planta ubicada en el distrito de Lanús y a seccional Avellaneda de la UOM negocian para evitar despidos y dar continuidad a los empleados, pero por el momento nos e sabe cuál será la resolución.

Participación

Este avance de las empresas sobre los trabajadores tiene como principal consecuencia la desaparición del viejo apotegma peronista del “fifty-fifty”, que equipara ambas cuestiones. Esta situación, alcanzada según algunos informes durante el segundo mandato kirchnerista, comenzó a perderse a partir del 2015, y se profundizó en los últimos años.

En un reciente informe del Centro CIFRA, se aseguró que la caída de la participación de los trabajadores en la economía argentina, durante el período de recuperación económica posterior al impacto más fuerte de la pandemia de Covid-19, “el desarrollo del conflicto distributivo terminó siendo desfavorable para las y los trabajadores, profundizando la pérdida de participación en el PIB que había tenido lugar durante el gobierno de Cambiemos”. Según la entidad, “de un peso de la masa salarial equivalente al 51,8 por ciento del PIB en 2016, se llegó al 46,3 por ciento en 2019 y al 44,9 por ciento en 2022”.

En la actualidad, “el estancamiento económico, la caída de la productividad y la escalada inflacionaria, constituyen condiciones aún más difíciles para la mejora de los salarios”. En este sentido, el trabajo al que tuvo acceso Data Gremial destaca que el empleo “aumentó en línea con el PIB, o incluso por encima de éste, sin que esa expansión se detuviera ante la caída relativa del PIB de finales de 2022”. El empeoramiento real de los ingresos de los hogares “provocó un aumento en el nivel de pobreza, que creció a lo largo de 2022 y llegó a alcanzar en el último trimestre al 40,5 por ciento de la población, es decir, 18.800.000 de personas”.