En un contexto laboral cada vez más fragmentado, el informe “Las y los novísimos trabajadores”, elaborado por la Fundación Friedrich Ebert, destaca una realidad que desafía las categorías tradicionales del trabajo en Argentina. La investigación, liderada por los sociólogos Esther Solano, Pablo Romá y Cecilia Feijoo, analiza las nuevas identidades laborales surgidas de la conjunción entre el empleo formal y las actividades digitales informales.
El pluriempleo como norma y la autogestión forzada
Marcos, un docente de 34 años en Lanús, ejemplifica esta realidad. Aunque su principal ocupación es la docencia, obtiene mayores ingresos gracias a un perfil de Instagram donde comparte memes políticos. Como él, seis de cada diez jóvenes menores de 35 años en Argentina combinan trabajos tradicionales con actividades informales como ventas online, generación de contenido para adultos y criptoinversiones.
El estudio revela que esta fragmentación laboral responde tanto a necesidades económicas como a un cambio en los valores y aspiraciones laborales. Sin embargo, esta diversidad no es fruto de una elección libre, sino de una estrategia de supervivencia frente a la precarización del empleo formal. “Ya no hablamos de pluriempleo por necesidad, sino de identidades laborales fragmentadas”, explica Pablo Romá.
La autoexplotación disfrazada de libertad
Uno de los puntos más llamativos del informe es cómo los discursos neoliberales logran capitalizar este cambio. El 73% de los encuestados asocia el éxito laboral con ser su propio jefe, pero solo un 12% logra sostenerse exclusivamente con emprendimientos.
Sin embargo, el 89% de los trabajadores híbridos asegura que "volvería a un empleo estable con derechos si existiera la posibilidad".
“Milei convirtió la autoexplotación en bandera”, analiza Esther Solano. “El ‘vos podés’ oculta un sistema roto que fuerza a los trabajadores a aceptar condiciones de precariedad disfrazadas de libertad”. En este contexto, los repartidores de aplicaciones trabajan en promedio 58 horas semanales, enfrentando una volatilidad extrema y la dependencia de algoritmos.
El divorcio entre sindicatos y nuevas realidades laborales
El informe también señala una desconexión preocupante entre los sindicatos tradicionales y las necesidades de estos nuevos trabajadores. Si bien el 68% valora la capacidad de los gremios para negociar salarios, el 82% considera que “no entienden los trabajos nuevos”.
Casos como AMMAR, que incluye a creadoras de contenido adulto, o Delivery x Derechos, que organiza protestas vía Telegram, muestran cómo algunas organizaciones buscan adaptarse a las nuevas realidades laborales. Sin embargo, estas iniciativas son la excepción más que la regla.
“Si los progresismos no crean un relato seductor sobre el futuro del trabajo, la derecha seguirá ganando terreno”, concluye el informe. Esto subraya la urgencia de que el sindicalismo se reinvente para representar a los trabajadores de la era digital.
Hacia un futuro inclusivo y regulado
El estudio destaca experiencias internacionales como la legislación española que reconoce derechos a repartidores de apps como ejemplos a seguir. En el ámbito local, se subrayan iniciativas innovadoras como cooperativas de creadores de contenido y plataformas municipales de trabajo freelance con condiciones justas.
El dato más contundente del informe es que el 89% de los trabajadores híbridos regresaría a un empleo estable con derechos si existiera la posibilidad. Esta cifra refleja la contradicción entre el discurso de la libertad emprendedora y una realidad laboral marcada por la inestabilidad y el agotamiento.
En palabras de Cecilia Feijoo, “Sin políticas públicas que regulen las nuevas formas de trabajo, caminamos hacia una sociedad de trabajadores exhaustos, hiperconectados y profundamente solos”.
Conclusión: el desafío del sindicalismo del siglo XXI
El panorama presentado por el informe “Las y los novísimos trabajadores” es un llamado de atención para los sindicatos argentinos. Adaptarse a las nuevas identidades laborales implica no solo actualizar estrategias de representación, sino también articular respuestas que combinen seguridad laboral con la flexibilidad que exige el nuevo mundo del trabajo.
“El desafío es crear estructuras flexibles que brinden seguridad sin caer en la rigidez del modelo fabril”, concluye Pablo Romá. Este objetivo requiere una visión innovadora que, lejos de aferrarse a las estructuras del pasado, abrace las oportunidades del presente para garantizar un futuro más justo y equitativo para todas y todos los trabajadores.