El 19 de noviembre de 2006 murió Saúl Eldover Ubaldini, a los 69 años, tras una dura lucha contra un cáncer de pulmón. Pasó a la historia como el mayor símbolo del sindicalismo argentino, una figura que enfrentó a la dictadura, desafió gobiernos democráticos cuando las políticas económicas golpeaban a los trabajadores y se mantuvo siempre fiel a sus convicciones.
Nacido en Mataderos el 29 de diciembre de 1936, hijo de un obrero de la carne, Ubaldini forjó su camino gremial desde los oficios industriales: primero en el Frigorífico Lisandro de la Torre —donde fue delegado del sindicato de la carne— y luego en la industria cervecera, donde consolidó su liderazgo. En 1972 fue elegido secretario general del gremio y, más tarde, titular de la Federación de Sindicatos Cerveceros.
La resistencia sindical frente a la dictadura
Con el golpe de Estado de 1976, Ubaldini se transformó en uno de los rostros más visibles del sindicalismo que decidió no ceder ante el terror. Integró la Comisión Nacional de los 25, el grupo de sindicatos que enfrentó abiertamente al régimen, mientras otros sectores buscaban vínculos “dialoguistas”.
Desde allí impulsó el primer paro general contra la dictadura, convocado para el 27 de abril de 1979, en medio de proscripciones, detenciones y represión. Aunque la medida tuvo acatamiento parcial, marcó un hito histórico y obligó al régimen a conceder un aumento salarial del 19% al día siguiente.
Ese protagonismo lo llevó a encabezar la CGT Brasil, el sector más combativo de la central obrera. Bajo su conducción se multiplicaron los gestos de resistencia, como:
- La marcha a San Cayetano del 7 de agosto de 1981, reclamando “Paz, Pan y Trabajo” pese al Estado de sitio.
- La movilización del 30 de marzo de 1982, tres días antes de la Guerra de Malvinas, que desembocó en una brutal represión y se transformó en una de las imágenes más emblemáticas del desafío obrero a la dictadura.
Roberto Digón, referente de los 25, lo sintetizó tiempo después: “Queríamos demostrarle al país y al mundo que los sindicatos estaban de pie. Protestábamos contra la política económica y también denunciábamos las violaciones a los derechos humanos”.
El líder de la CGT en democracia
Con la llegada de la democracia, Ubaldini se encontró al mando de un movimiento obrero que recuperaba su capacidad de movilización. Desde la CGT unificada —a la que accedió como secretario general en 1986— mantuvo un vínculo tenso y confrontativo con el gobierno de Raúl Alfonsín.
Encabezó 13 paros generales, un récord histórico que expresaba el rechazo del sindicalismo peronista a las políticas económicas del radicalismo. También lideró movilizaciones masivas, entre ellas la marcha de 1985 a Plaza de Mayo para exigir “juicio y castigo” a los responsables del terrorismo de Estado.
Su estilo, su voz quebrada y su inseparable campera de cuero lo convirtieron en un personaje inconfundible de la época.
Del apoyo inicial a Menem a la resistencia al neoliberalismo
A comienzos de los años ’90 apoyó a Carlos Menem bajo las banderas del “salariazo y la revolución productiva”. Sin embargo, cuando el rumbo económico giró hacia el neoliberalismo y la flexibilización laboral, Ubaldini tomó distancia.
Fue uno de los impulsores del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), que reunió a dirigentes y gremios enfrentados al modelo menemista y defendió la preservación de derechos históricos del movimiento obrero.
Camino político y legado
Además de su rol sindical, Ubaldini tuvo participación en la política institucional: fue diputado nacional entre 1997 y 2005, donde continuó impulsando iniciativas vinculadas al trabajo, la producción y la justicia social.
Murió el 19 de noviembre de 2006, pero su figura sigue siendo un símbolo. Para muchos sectores del sindicalismo y del peronismo, Ubaldini representa la combinación de coraje, lealtad y sensibilidad social que marcó una época en la que los trabajadores tuvieron un rol protagónico en la vida política argentina.
Un legado vigente
A diecinueve años de su fallecimiento, el recuerdo de Saúl Ubaldini permanece intacto:
- Fue el que enfrentó a la dictadura cuando hacerlo significaba arriesgar la vida.
- Fue el que desafió las políticas económicas que golpeaban a los sectores populares.
- Fue el que caminó entre banderas obreras reclamando “Paz, Pan y Trabajo”.
Su legado continúa inspirando a generaciones de trabajadores y dirigentes que lo recuerdan como un hombre de convicciones firmes, de lágrimas fáciles y de una lealtad que lo transformó en uno de los íconos más grandes del sindicalismo argentino.