Desde hace años, los salarios y las jubilaciones en Argentina son de hambre.

Esto obedece a que los activos y pasivos, se han convertido en la principal variable de ajuste de todos los gobiernos de turno; a través de distintos mecanismos.

Es inadmisible que más del setenta por ciento de la clase trabajadora tenga ingresos que se ubican por debajo de la canasta básica total.  Esta situación, pone en evidencia que la mayoría de los trabajadores argentinos, son pobres.

Es inaceptable que los jubilados de la mínima nacional, tengan haberes jubilatorios que los colocan directamente en situación de indigencia. Sí, hay jubilados argentinos indigentes.

Esto sucede por las nefastas políticas económicas de nuestros gobernantes por un voraz deseo de rentabilidad de un sector del empresariado, y por un ausente movimiento obrero.

Solo algunas conducciones gremiales (por ejemplo, Camioneros, Aceiteros, La Bancaria), consiguen muy buenas paritarias para sus representados, y cumplen muy bien el rol de sindicalistas.

Existe una innegable falta de gestión por parte de muchos sindicatos de norte a sur, y de este a oeste.

Además padecemos una conducción de la CGT, que desde hace mucho tiempo sigue demostrando no representarnos.

Hablamos de dirigentes que diera la impresión que representan intereses personales y hasta ahora no demuestron nunca, representar intereses colectivos.

No están claramente a la altura de las circunstancias y en la actualidad siguen ocupando cargos de Consejo Directivo en esta histórica Central Obrera Nacional, personas sin mérito alguno, personas que no han conseguido nada trascendente, personas que no han obtenido ninguna nueva conquista obrera, personas que no tienen nada para mostrar.

Lamentablemente usan esos lugares de peso, para hacer más política partidaria que política sindical.

Si no, no se justifica la situación de pobreza en la que se encuentran los trabajadores y jubilados, la escandalosa cantidad en trabajo informal que hay, la creciente flexibilización laboral de hecho en muchas actividades estatales y privadas, la continuidad de la aplicación del impuesto a las ganancias a activos y pasivos, la falta de planes de viviendas populares, la vigencia de leyes de recortes jubilatorios, inflación de dos dígitos, entre otras cosas más.

Hay gobernantes y dirigentes sindicales que permanentemente dicen ser peronistas; pero a veces sentimos que deberían desempolvar la doctrina justicialista, ya que a la hora de los hechos no vemos peronismo en acción.

Analicemos que sucede en Argentina.

En Argentina, se ha perdido el derecho a la movilidad social ascendente.

En Argentina, no hay justicia social.

En Argentina, se ha estimulado la cultura de los planes sociales y no la cultura del trabajo.

En Argentina, el movimiento obrero hace rato que dejo de ser la columna vertebral de gobiernos autoproclamados peronistas.

En Argentina, hay dirigentes sindicales que hace décadas se han atornillado en sindicatos y en la propia CGT.

Es nuestro deber, el revertir esta situación.

Para comenzar, se debería impulsar un proyecto de Ley para poner límite a los mandatos sindicales (dos períodos como máximo, y luego uno de alternancia), para lo cual se necesitaría una urgente modificación de la Ley 23551 (Asociaciones Sindicales).

Hay sindicatos que deben dejar de funcionar como feudos.

Hay sindicatos que deben volver a ponerse a disposición de todas las afiliadas y afiliados, y dejar de otorgar beneficios a sus dirigentes, familiares, amigos y obsecuentes de turno.

Se tiene que llevar adelante por parte de las nuevas generaciones, un recambio dirigencial, que permita oxigenar muchas organizaciones sindicales y la propia CGT.

Es prioritario para ello, contar con una dirigencia sindical preparada, capacitada, y avocada a mejorar la vida de quienes dicen representar.

Hay que recuperar la cláusula gatillo en todas las discusiones salariales nuevamente.

Hay que actualizar el salario mínimo vital y móvil en un número acorde a la realidad; y no avalar números que son una cachetada para trabajadores y jubilados.  Debe incorporarse a la hora del cálculo del mismo el costo promedio de un alquiler, de una cuota de un plan de vivienda o de un préstamo hipotecario para que se ajuste a la realidad que tiene la gente.

La Argentina añora un verdadero gobierno peronista, que le devuelve la dignidad al pueblo a través del trabajo digno y bien remunerado.

La Argentina añora un verdadero gobierno peronista que le devuelve la dignidad a quienes se jubilaron.

La Argentina añora una dirigencia sindical y un C.G.T. que baje al territorio y que empiece a solucionar las distintas problemáticas existentes y que desde hace tiempo no se han atendido debidamente.

La Argentina añora un recambio dirigencial con sangre joven, con nuevas ideas y proyectos, capacitados, preparados, y que tengan el mismo nivel de vida de las afiliadas y afiliados.

Tenemos una Nación rica en territorio y recursos naturales, pero el pueblo es pobre.

Claramente hay un fracaso de la dirigencia política (oficialismo y oposición), del empresariado y del sindicalismo.

Es tiempo de dar un giro 180 grados, y poner de pie esta hermosa Nación.