La presidenta de Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora, Taty Almeida, encabezó una nueva presentación del libro póstumo de su hijo Alejandro, desaparecido durante el terrorismo de Estado. El emotivo acto se realizó en la sede de la Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN) y reunió a referentes de los derechos humanos, del movimiento sindical y de la cultura.
El libro, titulado “50 años: Alejandro por siempre… amor”, recopila una serie de poemas encontrados en la casa de Alejandro Almeida luego de haber sido secuestrado en la vía pública. Se trata de textos íntimos que permiten reconstruir no solo la sensibilidad del joven militante, sino también una época marcada por el compromiso político.
“No fue por estúpidos ni perejiles”
Durante la presentación, Taty Almeida volvió a poner en palabras una de las discusiones que atraviesan la memoria colectiva. “Todavía hay personas que dicen que ‘por algo los secuestraron’”, señaló, y contó que frente a esas expresiones responde con orgullo que no fue por “estúpidos ni perejiles”, sino porque eran “militantes políticos”.
En esa línea, reivindicó el sentido profundo de la militancia y llamó a no estigmatizarla: “No hay que tenerle miedo a la palabra militancia, significa compromiso”, afirmó ante un auditorio colmado.
Memoria, presente y resistencia
Al referirse a la situación política actual, Almeida remarcó la necesidad de sostener la memoria como una herramienta activa. Calificó al gobierno de Javier Milei como “deplorable” y expresó que “tenemos un presidente payaso, que quiere negar y borrar todo”.
De todos modos, dejó un mensaje de fortaleza y continuidad histórica: aseguró que “no lo van a lograr”, que la “resistencia continúa” y recordó una de las consignas más emblemáticas del movimiento de derechos humanos: “La única lucha que se pierde es la que se abandona”. En el cierre de su intervención, subrayó: “A pesar de los bastones y las sillas, nosotras (las madres y abuelas) seguimos de pie”.
El acompañamiento de FATUN y la cultura
Taty Almeida estuvo acompañada en el acto por el secretario general de FATUN, Walter Merkis, quien destacó la importancia de que las organizaciones sindicales abran sus puertas para mantener viva la memoria y acompañar las luchas históricas por verdad y justicia.
Además, participó de manera virtual el cantante León Gieco, quien recordó su vínculo con la historia de Alejandro y señaló que llegó a componer una canción a partir de una letra escrita por él, reforzando el cruce entre memoria, arte y militancia.
Quién fue Alejandro Almeida
Alejandro Martín Almeida fue un joven comprometido y talentoso. Trabajaba en la sección de publicidad de la agencia Télam, mientras cursaba la carrera de Medicina y se desempeñaba como trabajador estatal en el Instituto Geográfico Militar, al que había ingresado en 1974.
Su compromiso social había comenzado tempranamente: con apenas 14 años daba clases de apoyo escolar en la Villa 1-11-14. Más adelante, se incorporó a la militancia en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
La noche del 17 de junio de 1975, Alejandro salió de su casa luego de decirle a su madre: “Esperame, ya vengo”. Fue secuestrado en la vía pública, en inmediaciones de su domicilio, mediante un operativo ilegal de detención y desaparición forzada. Tenía apenas 20 años.
El camino de Taty hacia las Madres
Tras la desaparición de su hijo, Taty Almeida inició una búsqueda desesperada que la llevó incluso a contactar a familiares con cargos militares y vínculos con altos mandos, entre ellos el dictador genocida Leopoldo Fortunato Galtieri. Sin embargo, nunca obtuvo respuestas sobre el paradero de Alejandro.
Ese recorrido marcó un quiebre personal y político. Proveniente de un entorno donde se había identificado como antiperonista e incluso se autodenominaba “gorila”, comenzó a distanciarse de ese mundo. En 1979, dio un paso decisivo al acercarse por primera vez a las Madres de Plaza de Mayo, donde encontró contención, compañía y una causa colectiva para transformar el dolor en lucha.
La presentación de “Alejandro por siempre… amor” no fue solo un homenaje íntimo, sino también un acto político: un nuevo gesto de memoria activa que reafirma que los desaparecidos no son pasado, sino parte viva de la historia y de las resistencias del presente.