En una nueva señal del rumbo que pretende tomar el Gobierno en materia laboral, Federico Sturzenegger instó al empresariado argentino a acompañar una profunda reforma del sistema de relaciones laborales. En una charla organizada por la Cámara de Comercio, Industria y Producción (CICYP), el funcionario propuso modificar la estructura nacional de los convenios colectivos para que los salarios puedan negociarse por región y productividad.
Un modelo salarial por regiones: el plan de "flexibilización" de Sturzenegger
“Argentina tiene un arreglo salarial que es el mismo para todo el territorio nacional, y eso le impone al mercado laboral una rigidez que no permite ni siquiera tomar en cuenta las condiciones regionales o de productividad”, argumentó Sturzenegger ante un auditorio colmado de empresarios. Su idea, inspirada en el modelo alemán, plantea la ruptura del sistema centralizado de negociación colectiva, considerado por los sindicatos como una herramienta fundamental para garantizar la igualdad salarial en todo el país.
Según el funcionario, la actual estructura de convenios limita la competitividad y desincentiva la generación de empleo, en especial en regiones menos desarrolladas. “En algún momento esta rigidez la tendremos que plantear”, advirtió. En esa línea, propuso avanzar hacia acuerdos laborales que reflejen las condiciones económicas particulares de cada zona y sector productivo, con el objetivo de “mejorar la productividad y reducir costos”.
El empresariado como “socio” de la motosierra
Más allá del planteo técnico, el mensaje de Sturzenegger tuvo un fuerte tono político y dejó en claro que el Gobierno necesita del respaldo empresario para avanzar en este tipo de transformaciones estructurales. “Los necesitamos como socios en la motosierra”, lanzó, en una metáfora que hace alusión al ajuste del gasto y la desregulación del Estado impulsada por la administración de Javier Milei.
Con esta frase, el ministro dejó en claro que el proceso de desregulación no será completo sin una reforma laboral profunda que elimine lo que desde su perspectiva son “trabas estructurales” del mercado de trabajo. En otras palabras, se espera del empresariado no solo apoyo discursivo, sino un rol activo en la implementación de estos cambios.
Las declaraciones encendieron alarmas en el movimiento obrero. Desde distintos sectores sindicales ya advirtieron que este tipo de reformas solo buscan debilitar los derechos de los trabajadores, precarizar las condiciones laborales y romper con los mecanismos de solidaridad interregional que garantizan los convenios colectivos nacionales.
Organizaciones gremiales como la CGT y las CTA ya anticiparon su rechazo a cualquier intento de “destruir la negociación colectiva”, y denuncian que detrás del discurso de la productividad se esconde un intento por imponer salarios más bajos y condiciones laborales más flexibles en favor del capital.
Mientras tanto, el debate sobre el futuro del trabajo en Argentina vuelve a tensionar la relación entre el Gobierno, los sindicatos y el empresariado, en un contexto de creciente conflictividad social y ajuste económico.