Durante más de medio siglo, Ascensores Cóndor fue sinónimo de industria nacional en el Oeste del conurbano. Desde su planta de la calle Miravé al 1400, en Villa León, Ituzaingó, la firma llegó a emplear a 180 trabajadores y a producir cerca de 30 elevadores por mes, consolidándose como una de las marcas más reconocidas del sector. Hoy, sin embargo, su histórica fábrica atraviesa su peor momento.
El desplome productivo se profundizó en los últimos años, pero en 2025 el cuadro se volvió terminal: sin insumos, sin actividad y prácticamente sin empleados en sus puestos, la planta luce vacía, silenciosa y paralizada. En once meses, sus operarios no lograron fabricar ni lo que antes producían en apenas treinta días.
“La apertura de importaciones está matando a las industrias”
“Hace poco más de un año que venimos con los reclamos en el Ministerio de Trabajo y con asambleas. Pero hoy los compañeros ya dijeron basta: hace cuatro meses que no cobran sus salarios”, denunció Rubén Andrada, secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) seccional Morón, quien acompañó una nueva manifestación frente a la fábrica.
El dirigente señaló el impacto de la política económica oficial: “La apertura de importaciones está matando a las industrias. Ya cerró una fábrica de heladeras comerciales en Merlo (Freebandir) y ahora vemos el mismo destino para Ascensores Cóndor, a la que vemos devastada”. Y agregó: “Están llegando ascensores de China con mejor tecnología y muchísimo más baratos que lo que cuesta producirlos acá. Ver así a una empresa que llegó a tener 180 trabajadores es impactante”.
Deudas, promesas incumplidas y un futuro incierto
Jorge Bazán, delegado de la UOM Morón desde hace diez años y trabajador de la planta desde hace dieciocho, aporta una mirada desde adentro de la crisis. “Cuando entré se vendían casi 30 ascensores al mes, esto era una mina de oro. Después se separaron los socios y se fue cayendo. Ahora hace cuatro meses que no cobramos”, relató.
El delegado afirmó que “la paciencia no va más” y recordó que hubo acuerdos de retiros voluntarios que tampoco se cumplieron. “Si tienen que bajar la persiana, que la bajen de una vez porque esto así no va más. Es estirar una agonía”, expresó con visible angustia.
La última reunión con la gerencia dejó un panorama “desolador”: la empresa adeuda unos 200 ascensores a clientes que ya pagaron y jamás recibieron el producto. Las cuentas están embargadas, los proveedores dejaron de entregar mercadería y hace tres meses que no se enciende una sola máquina en la planta.
Trabajadores presentes… pero sin trabajo
Aunque la fábrica sigue formalmente abierta, los empleados no tienen tareas asignadas. “La gente ya se resignó y empezó a hacer changas, como cortar el pasto, para tratar de parar la olla”, contó Bazán. Son alrededor de 40 trabajadores en esa situación, mientras la firma lleva más de un año sin realizar aportes patronales.
Peor aún: en las últimas dos audiencias convocadas por el Ministerio de Trabajo, los dueños no se presentaron ni enviaron representantes. Un gesto que, para los trabajadores y la organización sindical, confirma lo que temen hace tiempo.
“Creemos que, lamentablemente, es una firma que tiene certificado de defunción”, concluyó Andrada.