Las elecciones en el Sindicato de Obreros y Empleados Panaderos de Avellaneda (SOEPA) del pasado 24 de septiembre terminaron en un escándalo marcado por la violencia y las acusaciones contra el actual secretario general y tesorero de la CGT, Gastón Frutos.
Según denuncias judiciales, barrabravas de Racing presuntamente enviados por el dirigente irrumpieron armados en el local de la junta electoral, agredieron a trabajadores y se llevaron urnas junto con una computadora utilizada para el escrutinio.
Operativo de seguridad que bloqueó la sede sindical
La jornada comenzó con la sede del SOEPA, en la calle Belgrano 1218, cerrada y vallada por un operativo de la Policía Bonaerense y personal municipal. Esta maniobra impidió el ingreso de los afiliados e instaló un clima de tensión.
Los trabajadores opositores, nucleados en la lista Verde N° 2, encabezada por Verónica Tor, decidieron continuar el proceso electoral en la vereda, bajo la supervisión de la junta elegida previamente. Más tarde, trasladaron el escrutinio a un local en Bartolomé Mitre 686, donde se produjo el ataque.
Patota armada, amenazas y heridos
Testigos señalaron que al menos seis barrabravas de Racing, vestidos con ropa deportiva y portando armas de fuego, ingresaron al grito de “Dame la urna”. En cuestión de minutos golpearon a los presentes, rompieron vidrios, robaron la urna y la computadora del abogado de la lista opositora.
Uno de los trabajadores debió recibir atención médica por las lesiones, mientras que la candidata Verónica Tor fue amenazada directamente: “No te metas más, ya sabés lo que te va a pasar”.
En la denuncia judicial, Frutos es señalado como autor intelectual del ataque, lo que acrecienta las tensiones internas dentro del gremio y genera temor por la seguridad de los opositores.
El rol del municipio de Avellaneda
Lejos de garantizar un proceso democrático, la actuación del municipio y la policía quedó bajo la lupa. El secretario de Seguridad, Alejo Chornobroff, se hizo presente durante el operativo y, según denunciaron los trabajadores, los identificó “como si fueran delincuentes”.
La participación de funcionarios municipales fue interpretada como una señal de alineamiento con Frutos, reforzando la sospecha de un acuerdo para obstaculizar las elecciones sindicales.
Antecedentes de amenazas y violencia
El conflicto se arrastra desde julio, cuando Frutos convocó a una asamblea extraordinaria para designar la junta electoral. Durante aquella jornada, marcada por discusiones y expulsiones arbitrarias, el dirigente llegó escoltado y profirió amenazas contra opositores: “Me armaste una lista, ahora aguantate la que venga”.
La oposición decidió continuar la asamblea en la vereda con una escribana pública, donde eligió democráticamente la junta electoral que fijó la fecha de las elecciones. Sin embargo, Frutos desconoció el acto y promovió un proceso paralelo, lo que desembocó en la jornada de violencia de septiembre.
Barrabravas y sindicalismo bajo sospecha
Los vínculos de Gastón Frutos con la barra de Racing no son nuevos. Afiliados del gremio señalan que la utilización de grupos violentos para dirimir disputas internas se ha vuelto un recurso recurrente en su conducción.
El episodio del 24 de septiembre no solo dejó heridos y urnas robadas: también abrió un fuerte debate sobre la democracia sindical, la connivencia con sectores violentos y la responsabilidad de las autoridades municipales en el escándalo.