A fines de septiembre del año pasado, el gobierno nacional puso en marcha el denominado Régimen de Promoción del Empleo Registrado, una iniciativa que apuntó a combatir uno de los flagelos laborales más profundo y extendido en el país: el empleo informal o popularmente conocido como “trabajo en negro”. Su objetivo principal es “la regularización de las relaciones laborales vigentes, no declaradas o registradas deficientemente”, y fue una de las pocas medidas e la gestión libertarias compartida con los gremios. En estos días que la Casa Rosada se apresta a enviar una agresiva reforma laboral al Congreso, envalentonado por la victoria electoral en las legislativas nacionales, uno de los argumentos usados para su avance es que se buscará facilitar la registración de los futuros empleos. Pero las principales opiniones al respecto coinciden que este tipo de transformaciones no ayudan a evitar el trabajo informal, todo lo contrario. Además, durante la propia gestión de Javier Milei ni el régimen mencionado ni las políticas de desregulación lograron ese objetivo, sino más bien lo contrario: en estos casi dos años creció la informalidad en todo el país. Los datos oficiales así lo muestran, ya que en un año este plan no logró mayores resultados. Esto, sumado a la crisis de ingresos, tiene varias consecuencias, entre ellas un importante endeudamiento de la clase trabajadores.
Los datos a poco más del año de funcionamiento del Régimen de Promoción del Empleo Registrado muestran que la intención inicial de este plan estuvo lejos de cumplirse. A partir de la ley de creación del régimen, se otorga “importantes beneficios para aquellos empleadores que adhieran”. Sin embargo, el plan hace en la práctica todo lo contrario: ofrece una serie de beneficios a los empleadores -como la extinción de acciones penales, la condonación de infracciones y el perdón de entre el 70 y el 90 por ciento de las deudas por aportes y contribuciones- que, en los hechos, funcionan como un perdón generalizado a quienes incumplieron con la ley laboral. El resultado fue un crecimiento de la informalidad. Así lo determina un análisis de los datos oficiales, a los que accedió Data Gremial. De acuerdo con los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), entre diciembre de 2024 y julio de 2025 los asalariados privados registrados cayeron de 6.258.000 a 6.244.000, es decir, 14.000 empleos formales menos. La Encuesta Permanente de Hogares del INDEC confirma la tendencia: en ese mismo período, la proporción de asalariados formales descendió del 63,9 al 62,3 por ciento, mientras que los informales aumentaron del 36,1 al 37,7 por ciento.
En su texto original, el registro prevé la condonación total de las deudas –capital e intereses-relacionadas con los aportes y contribuciones al Sistema Nacional de Seguro de Salud – Fondo Solidario de Redistribución y Ley de Riesgos del Trabajo. Quienes se acojan al régimen, además, serán dados de baja del Registro de Empleadores con Sanciones Laborales (REPSAL) y les serán condonadas las infracciones y multas de cualquier naturaleza correspondientes a dicha regularización, incluso se producirá la extinción de la acción penal prevista en el Régimen Penal Tributario de la ley 27.430, en la medida en que no exista sentencia firme a la fecha de adhesión al Régimen de Regularización. Pese a las promesas de dinamizar la economía, la Secretaría de Trabajo informó que solo 1950 empleadores regularizaron 16.703 puestos desde diciembre, lo que representa apenas el 0,26 por ciento del total de asalariados privados registrados. Una cifra marginal frente al tamaño del problema estructural.
Deuda histórica
La informalidad laboral es una deuda histórica. En los últimos 40 años, pasó del 26,9 por ciento en 1986 al 49,4 por ciento en 2003, incluso durante las reformas laborales de los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, que también perjudicaron a los trabajadores con pérdida de derechos para supuestamente hacer crecer la formalidad. Tras el repunte de la poscrisis de 2001, se redujo al 32,5 por ciento en 2015 durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, pero volvió a crecer con el macrismo, según estimaciones de Fundar. Ahora, este año de un plan de beneficios a los empresarios, los resultados fueron contrarios a los esperados, y apuntan a una mayor tendencia en la materia.
Esto puede empeorar si se aprueba la reforma laboral libertaria. Es que uno de los argumentos es atacar la informalidad, pero si el actual régimen no alcanzó, los especialistas y dirigentes sindicales dudan que esto pueda darse con cambios más extremos en materia legislativa. “Darles beneficios a los empresarios no genera empleo, quedó demostrado, lo que genera empleo de calidad es un mercado laboral fuerte”, le dijo a Data Gremial un referente sindical con llegada a Azopardo, que confirma la postura de la CGT respecto a este tema. Si bien admitió que la informalidad hizo “que muchos trabajadores aceptaran a Milei porque no tenían derechos que perder”, se puntualizó que una nueva reforma “va a terminar con muchos los derechos de los formales”. En el trayecto histórico del mercado laboral argentino, las condiciones de los no registrados son siempre peor que los formalizados, y la reforma los puede igualar, para abajo. “Vamos a estar todos mal”, resumió la fuente consultada.
Endeudamiento
Una de las cuestiones que genera este deterioro del mercado laboral es que cada vez más personas no lograr llegar a fin de mes, por lo cual se endeudan. El informe “Estrategias de manutención: ¿cómo organizan su economía los hogares argentinos?” reveló que en el primer semestre de 2025 el 37,4 por ciento de los hogares usó sus ahorros, el 16,1 por ciento pidió dinero a familiares o amigos, el 14,2 por ciento recurrió a financieras, y más de la mitad (50,9 por ciento) compró en cuotas o al fiado, muchas veces con tarjeta de crédito. Además, un 9,3 por ciento tuvo que vender bienes personales para afrontar sus gastos. “El 19,9 por ciento de los hogares recurrió al uso de ahorros en 2003, mientras que en 2025 ese valor escaló al 37,4 por ciento. Entre las estrategias de financiamiento, los préstamos de bancos y financieras se incrementaron 10,8 puntos porcentuales y el uso de tarjeta de crédito o pago en fiado tuvo un aumento de 28,9 puntos porcentuales entre 2003 y 2025”, detalló el INDEC.
La comparación con 2003 muestra un “fuerte deterioro”: en aquel entonces, solo el 22 por ciento compraba en cuotas o al fiado y apenas el 3,4por ciento pedía préstamos a entidades financieras. Hoy, una de cada cuatro familias se endeuda y, dentro del estrato de ingresos bajos, lo hace una de cada tres. El estudio también marcó diferencias según el nivel de ingreso: los hogares de ingresos altos y medios tienden a endeudarse con bancos o financieras, mientras que en los sectores de menores recursos predomina el endeudamiento informal, principalmente con familiares o amigos. El uso de ahorros creció especialmente desde 2018 y alcanzó su pico histórico en 2024, con un 40,1 por ciento de los hogares declarando haber recurrido a ellos. “Se observa una caída de los ingresos en especie y un incremento de la financiación de los gastos –sea por vías formales, como las tarjetas de crédito, o informales, como el fiado– y de la utilización de ahorros para gastos corrientes”, destacó el organismo.