El secretario general del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), Marcelo Peretta, recibió este domingo una dosis amarga en las urnas porteñas. Encabezando la Lista 352 “Movimiento Plural – Remedios para CABA”, el dirigente sindical obtuvo apenas 2.082 votos, lo que representa un ínfimo 0,13% del total, y lo ubicó cómodamente último entre las 17 listas que participaron. Una elección que ni con receta se salva.
Peretta, que supo coquetear con el moyanismo pero terminó abrazado a Patricia Bullrich como figura del armado “sindical” de su campaña presidencial, se quedó ahora sin bancada, sin votos y –aparentemente– sin rumbo. Su lista no solo no llegó al piso mínimo para obtener representación: quedó apenas 600 votos arriba de los impugnados, lo que lo deja peligrosamente cerca de ser votado por error.
La performance electoral fue tan pobre que quedó incluso por debajo de otras fuerzas que no superaron el 1%, como Yamil Santoro (0,62%), Juan Abal Medina (0,51%), Federico Winokur (0,38%), Eva Koutsovitis (0,33%), Mila Zurbriggen (0,20%) y César Biondini (0,16%).
Del laboratorio a la rosca política (fallida)
Peretta es conocido por su hiperactividad mediática, sus pendulares saltos ideológicos y sus ambiciones más grandes que su caudal electoral. En su etapa más reciente, fue la cara visible de la Confederación de Trabajadores y Empleadores (CTE), un experimento político-sindical bajo el ala de Bullrich que agrupó pequeños gremios y hasta empresarios. El plan era simple (y fallido): desgastar a la CGT y construir una alternativa “moderna” al sindicalismo tradicional.
El resultado fue una organización sin peso real, sin presencia territorial y sin votos. La CTE se disolvió sin pena ni gloria, y ahora Peretta corre la misma suerte. Su promesa de aplicar “remedios para CABA” terminó siendo eso: una receta sin firma ni sello.
Una elección que no duele... porque no se sintió
El dirigente no logró canalizar ni siquiera el voto farmacéutico. La candidatura se convirtió en una anécdota electoral, un dato de color para las crónicas post-elección. Ahora queda por verse si volverá al laboratorio sindical o si insistirá con algún otro “tratamiento” electoral.