Fuerte recorte de personal: el ícono argentino Lumilagro, contra las cuerdas por la indiscriminada apertura de importaciones y el contrabando

La histórica fabricante de termos pasó de 200 a 70 empleados y se vio obligada a importar el 60% de sus productos desde China, para sobrevivir. La apertura comercial sin límites, el avance descontrolado del contrabando y la desindustrialización marcan el contexto de la industria en la Argentina libertaria.

Viernes, 11 de julio de 2025 11:22

La tradicional fabricante argentina de termos Lumilagro, ícono de la industria nacional y de la cultura del mate, atraviesa una crisis profunda que la obligó a reducir drásticamente su plantilla de trabajadores y reorganizar su esquema productivo. Presionada por la apertura indiscriminada de importaciones dispuesta por el gobierno y por el avance descontrolado del contrabando, la empresa decidió adoptar un modelo mixto que combina fabricación local con importaciones desde China, para sostener su presencia en el mercado.

El gerente comercial de Lumilagro, Carlos Bender, confirmó en una entrevista con Infobae que la compañía ya implementó un cambio estratégico: alrededor del 60% de su oferta serán termos importados —aunque diseñados y controlados por la marca— y el 40% restante seguirá siendo producción nacional, concentrada en el clásico termo con ampolla de vidrio y, en menor medida, una línea de acero inoxidable.

Un duro golpe al empleo: de 200 a 70 trabajadores

El proceso de reconversión impactó directamente en las fuentes de trabajo. En los últimos años, la firma implementó un plan de retiro voluntario que llevó su plantilla de cerca de 200 trabajadores a poco más de 70. La caída de ventas internas, la pérdida de competitividad frente a productos asiáticos de bajo costo y la invasión de termos ingresados por contrabando empujaron esta reducción.

“La alternativa era adaptarse o morir”, resumió Bender en declaraciones a Infobae. Según detalló, Lumilagro no instaló una planta propia en Asia, sino que contrató a un socio con base en China para supervisar el diseño y la calidad de los productos que llegarán a Argentina bajo su marca.

La apertura de importaciones y el contrabando, las principales amenazas

El reciente levantamiento de los aranceles antidumping para termos y recipientes isotérmicos provenientes de China —una medida que estaba vigente desde 2001 y había sido renovada varias veces— dejó a la industria nacional sin una de sus principales herramientas de protección. La Comisión Nacional de Comercio Exterior (CNCE), que evaluó el desempeño del sector, registró en los últimos años caídas de 26,5% en la producción, 32% en las ventas internas y 31% en el empleo, junto a un desplome en la utilización de la capacidad instalada del 51% al 21% entre 2021 y 2024.

Pero a la competencia legal se suma el contrabando, que según Bender erosiona aún más las posibilidades de las fábricas locales. La empresa accedió a datos de importaciones oficiales de Bolivia y detectó que, a pesar de que ese país carece de una fuerte cultura matera, en un año importó más de 4 millones de termos de acero desde China a precios ínfimos. “Obviamente esos termos no quedaron en Bolivia, y la mayoría entraron a Argentina”, denunció el gerente, al tiempo que criticó la falta de controles fronterizos y las dificultades para diferenciar productos legales de ilegales en las góndolas.

Una transformación para no desaparecer

Con esta nueva estrategia —que incluye importaciones controladas y una porción de producción local—, Lumilagro intenta sostener su liderazgo en el mercado y evitar su desaparición. La empresa reconoce que el tradicional modelo de alta producción local con precios competitivos gracias a la escala ya no resulta viable frente a las condiciones actuales del mercado y las políticas del Gobierno.

La decisión de reconvertirse llega en medio de fuertes críticas del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, a las protecciones arancelarias y subsidios a la industria local, lo que alimentó la tensión entre el Gobierno y los sectores fabriles.

La situación de Lumilagro refleja los desafíos que enfrentan muchas empresas nacionales ante un contexto de apertura comercial sin restricciones y escasos controles sobre el contrabando. Mientras tanto, los sindicatos advierten que medidas como éstas no sólo destruyen empleo en el sector industrial, sino que ponen en riesgo el tejido productivo argentino.