Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la fuerza laboral informal representa aproximadamente la mitad del total de personas empleadas en América Latina. Desde hace años que pese a los esfuerzos, el empleo no registrado –popularmente conocido como “trabajo en negro” –no termina de descender, y las crisis que azotan a los países de la región repercuten en esta tendencia. Históricamente la Argentina tiene números por debajo de la media, lejos de los peores márgenes, como el que ostenta Bolivia, por ejemplo, que en 2023 registró el mayor índice de informalidad de la región y uno de los más elevados a nivel mundial, con cerca de ocho de cada diez trabajadores empleados en el sector informal.
En estos términos, el trabajo informal en el país está promediando el 50 por ciento, quedando lejos de Chile y Uruguay, quienes muestran más empleo formal que informal, ambos una tasa de informalidad por debajo del 30 por ciento.
Un reciente informe alerta que la llegada de Javier Milei a la presidencia fomentó esta realidad, y muestra las dificultades que presenta la economía argentina para “generar suficientes ocupaciones de calidad, ya sea en términos de ingresos, estabilidad y/o acceso a un conjunto de derechos sociales”.
De esta forma, los puestos de empleo que se perdieron apenas se recuperaron, pero muchos de ellos sin registración, como sucede especialmente en la provincia de Buenos Aires, la más castigada por esta realidad, con más de 33 mil puestos de trabajo perdidos.
Los crecientes niveles de informalidad y autoempleo de subsistencia siguen creciendo en la Argentina de Milei, cuya desregulación terminó fomentando el empleo precarizado, como el de plataformas de entrega a domicilio o de viajes. “En esta categoría se pueden nuclear a trabajadores sin aportes, sin estabilidad, sin maquinaria o capital propio para emprender y sin calificación”, destaca un informe del Instituto Argentina Grande (IAG).
Por cada 100 trabajadores y trabajadoras que perdieron su puesto, solo uno o dos lograron volver a la actividad formal, lo que genera alarma.- Pese a que el gobierno celebra una tímida mejora del empleo, de 0,1 por ciento (ya sea que se tome el dato mensual o interanual), lo que se registra es una composición sectorial del crecimiento que tiende a apoyarse en sectores menos intensivos en trabajo. Y, en la mayoría de los casos, en los sectores que históricamente contratan en condiciones de alta informalidad.
A esto se suman la suba de los empleos temporales y no registrados. Actualmente, la tasa de “desprotección” laboral asciende al 44,1 por ciento, con un crecimiento del 7 por ciento de los desprotegidos en el último año. Esto representa “un total de 390 mil personas adicionales trabajando en condiciones desprotegidas”, según el reporte, al que tuvo acceso Data Gremial.
“Se trata del valor más alto registrado para un primer trimestre dentro de la serie histórica comparable (2017–2025)”, señaló el IAG. El grupo más afectado por este fenómeno son las mujeres de 66 años y más, donde la desprotección subió un 14,6 por ciento en el último año. "Esto coincide con un retiro de un 23 por ciento de las mujeres de este grupo etario del sector público, con haberes jubilatorios cada vez más ajustados", agregó el reporte.
La tasa de trabajo protegido descendió del 40,5 al 40,3 por ciento, mientras que la tasa de empleo público se ubica en 15,5 por ciento, con una retracción del 12 por ciento a lo largo del último año. “Este es el valor más bajo para un primer trimestre en la serie 2017–2025”, señala el informe del Instituto Argentina Grande. De acuerdo con el documento, solamente un 15 por ciento de los trabajadores y trabajadoras despedidos en el último año se pudo insertar en un puesto protegido: el 11 por ciento en ámbito privado, y el 4 por ciento en el ámbito público.
El 35 por ciento se insertó en el ámbito desprotegido, equivalente 135 mil personas, el 25 por ciento (95 mil persona) se mantiene desocupado y el otros 25 por ciento desistió de la búsqueda y está en situación de inactivo. “A su vez, cuando vemos a los desempleados actuales y sus trayectorias previas, encontramos que el 29 por ciento tenía hace un año un trabajo desprotegido, mientras que el 29 por ciento era previamente inactivo. Esta incorporación de inactivos al trabajo de mala calidad coincide con un aumento importante de trabajo en las personas de 66 años o más, que afecta su situación de desprotección”, recalcó el informe de IAG.
Más desempleo
La subutilización de la fuerza laboral (desempleo más subempleo) asciende al 17,9 por ciento de la población económicamente activa. La presión sobre el mercado laboral supera a la desocupación abierta y abarca también a un conjunto de trabajadores que demandan activamente otro empleo. Así, la presión efectiva sobre el mercado de trabajo llega al 24 por ciento Si se agrega a quienes, si bien no buscan activamente otra ocupación, “desean trabajar más (ocupadas/os disponibles no demandantes) la disponibilidad de la fuerza de trabajo alcanza al 29,6 por ciento”.
Estos números coinciden con los últimos datos correspondientes al primer trimestre de 2025 publicados por el INDEC. Allí, el informe sobre mercado de trabajo indica además que la tasa de informalidad fue del 42 por ciento, lo que implica un salto respecto del 40,8 por ciento medido un año atrás para el mismo trimestre.
En tanto, en medio de la campaña electoral, desde la provincia de Buenos Aires salen al cruce del modelo libertario, que fomenta la destrucción del entramado de leyes que protegen a los trabajadores, como las multas a empresas que no registren a sus empleados. Sin estas sanciones, es lógico que no hay incentivos para blanquean a los nuevos trabajadores, que se suman al mercado laboral de forma irregular. Esto tiene un gran impacto en la principal provincial del país: “La variación del empleo privado registrado por región y rubro nos da una pauta del futuro del modelo de Milei”, afirma el informe mencionado.
La explotación de recursos naturales “sin valor agregado no llega a absorber los puestos de trabajo perdidos en las provincias industriales”. Desde que asumió Milei, la provincia de Buenos Aires “perdió 33.156 empleos privados registrados, mientras que Neuquén sólo incorporó 6.151”. La variación absoluta a nivel país muestra “98.800 puestos de trabajo perdidos desde que asumió el gobierno”.
Otros informes
El drama de la informalidad se viene estudiando en las últimas décadas, y tiene una profundización en los últimos años, en especial por la pandemia.
La organización Fundar, que viene realizando informes sobre temas vertebrales de la realidad argentina, publicó que la informalidad es hoy “más alta que hace 40 años”. Sin embargo, este aumento “no fue lineal y puede dividirse en etapas tras el retorno a la democracia”. La primera etapa va de 1986 a 2003, cuando la informalidad asalariada saltó del 26,9 por ciento al 49,4 por ciento. “El proceso de desindustrialización iniciado en los años 70 tuvo como contracara la destrucción de buena parte del entramado productivo que había caracterizado a la Argentina durante gran parte del siglo XX”, analizaron.
La segunda etapa ocurre tras la crisis de la convertibilidad. La fuerte recuperación económica “permitió reducir los niveles de informalidad. Entre 2003 y 2011, la informalidad bajó de forma acelerada”. Entre 2011 y 2015, la baja continuó, pero “de forma mucho más lenta”. La tercera etapa comienza en 2015, con un nuevo ciclo ascendente de la informalidad asalariada, aunque “de menor intensidad que el del final del siglo XX. Entre ese año y 2024, la informalidad volvió a crecer y pasó del 32,6 por ciento al actual 36 por ciento”.