El co-secretario general de la CGT, Héctor Daer, lanzó nuevamente durísimas críticas al gobierno nacional al asegurar que existe una “estrategia deliberada” para erosionar los ingresos. Con un tono cada vez más pesimista sobre la situación que atraviesa el país, el dirigente denunció la “parálisis productiva”, cuestionó la gestión de Luis Caputo y advirtió sobre un inminente estallido del “mal humor social”. La dirigencia cegetista está levantando el tono de sus cuestionamientos al modelo libertario, en pleno proceso de elección de sus nuevas autoridades.
En declaraciones recientes, Daer no se limitó a criticar los efectos de la crisis económica, sino que acusó directamente a la administración de Javier Milei de implementar una estrategia consciente y deliberada para empobrecer a los asalariados. La sentencia fue tajante: “Hay un plan sistemático para bajar ingresos de los trabajadores”.
Daer, quien también representa a los trabajadores de la Sanidad (ATSA y FATSA), argumenta que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios no es un simple efecto colateral de la lucha contra la inflación, sino el objetivo central de un modelo que busca reducir el costo laboral a expensas de la calidad de vida. Este “plan sistemático” se manifiesta, según la central obrera, en la falta de mecanismos efectivos para que los salarios puedan competir con la inflación y en la promoción de un clima recesivo que inhibe cualquier posibilidad de crecimiento.
Panorama sombrío
La acusación central de Daer se complementó con un sombrío análisis de la economía real. El líder sindical advirtió que el “proceso productivo está parado”, lo cual genera una doble presión sobre los trabajadores: la licuación de sus ingresos y el riesgo de pérdida de empleo ante la falta de actividad. Para dimensionar la profundidad de la recesión, el dirigente señaló que “las empresas valen la mitad de lo que valían hace dos años”, reflejando la desvalorización del capital productivo en el contexto actual.
Las críticas se dirigieron, además, directamente al manejo financiero y al titular del Palacio de Hacienda. Daer cuestionó la “irresponsabilidad que sorprende cuando aparece el ministro de Economía (Luis ‘Toto’ Caputo) canchereando y llamando a comprar dólares”. El sindicalista consideró una irresponsabilidad la forma en que el Gobierno trata las reservas de divisas como un “tema banal”. En un señalamiento técnico de alta relevancia, Daer afirmó que cuando el Estado interviene en la venta de divisas en determinadas circunstancias, este accionar no se diferencia de la “fuga de capitales”. Esto pone el foco en el destino de los activos del Estado y la falta de prioridad para utilizarlos en la reactivación o la estabilización de precios internos.
Falta de Diálogo
La tensión no se agota en el plano económico. Daer desmintió enfáticamente que la CGT haya adoptado una postura no dialoguista, sino que responsabilizó al Ejecutivo al asegurar que “no hay una CGT dialoguista porque nadie del gobierno dialoga”. Esta falta de canales institucionales para la concertación y la búsqueda de consensos es vista como una señal de cerrazón política.
A nivel discursivo, el dirigente gremial también atacó la retórica oficialista, que sistemáticamente descalifica a la oposición. Daer reclamó que el gobierno debe “dejar de decir que todo el que opine distinto es destituyente”. Para el líder de la CGT, esta táctica busca acallar el debate y consolidar una visión única, ignorando las claras señales en los resultados electorales que, a su juicio, demuestran que “otro camino es posible”.
Los señalamientos de la CGT llegan en un momento de fuerte presión sobre la canasta básica. El propio Daer citó cifras de la inflación de agosto del 1,9 por ciento, con un acumulado anual de 19,5 por ciento y una variación interanual del 33,6 por ciento. Si bien el dato mensual puede mostrar una desaceleración, la variación interanual confirma la licuación histórica del poder adquisitivo. Esta situación inflacionaria es el motor de las movilizaciones recientes que unieron a la CGT con sectores clave como docentes, estudiantes y médicos, forjando un frente de protesta unificado contra las políticas de ajuste. La advertencia de Daer es un ultimátum social: el gobierno tiene la obligación de “actuar rápidamente antes que crezca el mal humor social”.