Córdoba es una zona geográfica de referencia para el ámbito universitario no solo porque es la cuna de la reforma que cambió su historia, sino que también por su importancia como agente de movilidad social ascendente tanto para quienes residen allí o para aquellos que provienen de otros lugares.
Este último punto, se ve reflejado en datos muy interesantes surgidos a partir de un estudio realizado por la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC en esa provincia, ya que establece que una persona con título universitario gana un 139% más que otra que no completó la escuela secundaria.
Duché estadística destruye la creencia de que “la universidad ya no te prepara ni te da herramientas para el mundo actual”, que tanto pregona el gobierno nacional, sobre todo en el último tiempo con los vetos de la Ley de Financiamiento Educativo.
En la encuesta denominada “Mitos y realidades del mercado de trabajo cordobés”, también se señala que mientras más de siete de cada 10 personas sin secundario completo trabajan en la informalidad, esta proporción cae a sólo dos de cada 10 entre quienes tienen un título universitario.
Asimismo, indica que un profesional tiene menos chances de estar desocupado que una persona sin estudios de educación media completa, prácticamente menos de la mitad.
En el informe elaborado por los sociólogos Gonzalo Assusa y Sonia Lombardo, apunta que en promedio, una persona con título de grado en Córdoba cobra un salario que es más del doble que alguien que no terminó la secundaria. Para profundizar más la comparación, la investigación arroja que por cada 100 pesos que percibe una persona sin escolaridad obligatoria completa, un profesional con estudios superiores gana 239.
En caso de que se use un parámetro por hora, gráfica que en promedio las personas sin escolaridad obligatoria finalizada ganan aproximadamente la mitad por cada hora trabajada que las personas con titulación de nivel superior.
¿Por qué tanta diferencia?
Los investigadores argumentan que el mencionado distanciamiento va “más allá de los estereotipos que circulan sobre el éxito económico, lo cierto es que la titulación de nivel superior y, en parte, también la titulación de nivel secundario, funcionan como barreras de protección ante las inclemencias del mercado de trabajo: la informalidad y el desempleo”. También, exhiben como conclusión que “la evidencia sugiere que funcionan como plataforma para acceder a las mejores remuneraciones disponibles en el mercado”.
Assusa es Doctor en Ciencias Antropológicas e Investigador Asistente de Conicet y especialista en desigualdades sociales. Sonia Lombardo, en tanto coordina el Observatorio de Economía Popular, Social y Solidaria de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y fue directora del Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía
A partir de los datos surgidos en el primer trimestre de 2024, el relevamiento, publicado por La Voz del Interior, también queda en notoriedad que los titulados superiores predominan en sectores de alta calificación como actividades profesionales, científicas y de salud, pero están sobrerrepresentados en puestos de dirección.
No obstante, quienes no finalizaron la escolaridad obligatoria se concentran en ramas como la construcción y el empleo doméstico, caracterizadas por menor calificación, peores salarios y alta informalidad.
Ambos grupos, dice el estudio publicado por la Fundación Pensar Igualdad, están también sobrerrepresentados en la categoría de cuentapropismo, pero mientras entre personas con titulación superior se trata de un cuentapropismo calificado, más asociado a profesiones liberales, entre personas con escolaridad obligatoria no finalizada son de oficios, actividades u ocupaciones informales, inestables y, en general, mal pagas.
Una información que también llama la atención es la circunstancia donde una persona con título universitario está más proclive a tener más de un trabajo y lo hace saber al describir que “resulta llamativo que el fenómeno del pluriempleo crezca sobre todo en los niveles educativos más altos”.
“En Córdoba, las personas con ocupación y título de nivel superior tienen casi el doble de pluriempleo que quienes tienen nivel educativo hasta secundario incompleto; esto nos lleva a pensar que el pluriempleo en un contexto como el actual es menos una práctica de supervivencia que de complementación de ingresos para sostener un estilo de vida y un nivel de consumo”, suma.
Un panorama general preocupante
Al abordar la estructura general del empleo en Córdoba, los investigadores se encontraron con una información sumamente preocupante: el 47 % de los trabajadores están inmersos en informalidad, con bajos ingresos y sin acceso a derechos básicos como aportes jubilatorios o vacaciones pagas.
También, los profesionales encargados de la encuesta revelan que los hombres ganan en promedio un 33% más que las mujeres, lo que vuela por los aires al mito de que “la brecha de género no existe”
Esta disparidad se agrava según la calificación del puesto: en empleos profesionales, un hombre gana un 50% más, y en tareas no calificadas, la brecha se dispara a un alarmante 78%.
La causa principal, según el informe, es la carga desproporcionada de trabajo no remunerado de cuidados que recae sobre las mujeres, quienes dedican un 77% más de tiempo diario a estas tareas, limitando sus oportunidades en el mercado laboral remunerado.
Desocupación juvenil
El 59 % de la población que va desde los 15 hasta los 29 años trabaja o está en búsqueda de un empleo activamente, pero se encuentra con varios obstáculos. Uno es que la tasa de desempleo en este grupo (16%) es más del triple que la de los adultos (4,6%) (datos de 2024). En cambio , de los que no trabajan, casi ocho de cada 10 están estudiando. El mito de que los jóvenes no quieren trabajar, concluye el estudio, “sólo justifica el funcionamiento de un mercado de trabajo que sistemáticamente excluye y estigmatiza” a la juventud.
A modo de cierre, con relación a la economía popular, contabiliza que en Córdoba agrupa a más de 150.000 personas, el 18,8% de la población económicamente activa. Y se identifica que está compuesto mayoritariamente por cuentapropistas (73%), en los que predomina la precariedad e ingresos extremadamente bajos, que en promedio alcanzan sólo el 43% del Salario Mínimo, Vital y Móvil.